Los seis soldados británicos asesinados en el pueblo de Majar al Kabir, en el sur de Irak el pasado lunes, murieron a manos de civiles iraquís, furiosos por el tratamiento que reciben de las tropas. La chispa fue los registros casa por casa con perros, animal impuro para los musulmanes.

Testigos presenciales en la ciudad, a unos 200 kilómetros de Basora, contaron a la agencia Reuters que una patrulla de las fuerzas de la policía militar británica disparó balas de plástico para disolver una manifestación, en la que había miles de personas encolerizadas por los intimidantes registros domiciliarios de los militares británicos. A los proyectiles de goma, los iraquís respondieron con fuego real, matando a dos soldados en el acto. Los otros cuatro fueron perseguidos hasta una comisaría, donde fueron asesinados tras dos horas de asedio.

El local tenía ayer todos los cristales rotos y los muros mostraban numerosos impactos de bala. Otros informes afirman que una veintena de policías iraquís, presentes en la comisaría en el momento del acoso, se ofrecieron a escoltar a los británicos, pero los soldados insistieron en quedarse dentro del recinto, donde quizás se sentían más protegidos.

En la versión de lo sucedido dada ayer en Londres, el Ministerio de Defensa hablaba en una nota de "un asesinato sin que mediara provocación". En la Cámara de los Comunes, el primer ministro, Tony Blair, reconoció que la situación de la seguridad en Irak es "grave" y prometió "redoblar los esfuerzos" para lograr mayor estabilidad en el país.

PROMESA DE BLAIR

Blair dijo que "en las próximas 24 horas" se sabrán "los orígenes del grupo atacante". Una portavoz de las fuerzas británicas en Irak negó haber dado un ultimátum de 48 horas a los iraquís para entregar a los agresores.

Pero los muertos sobre el terreno no son las únicas secuelas de la guerra que arrastra el Gobierno Blair. Ayer, Alastair Campbell, jefe de comunicaciones del primer ministro, reconoció ante el Parlamento que había sido un error lamentable utilizar para justificar la intervención bélica un informe que contenía varias páginas plagiadas. Por otra parte, el administrador civil de Irak, Paul Bremer, aseguró no tener información del supuesto arresto del exministro iraquí de Información Mohamed Said Sahaf, tal como publicaba ayer el Daily Mirror .