Pasadas pocas horas desde el inicio del fallido golpe de Estado en Turquía del pasado 15 de julio, las autoridades del país eurasiático comenzaron a detener y arrestar a miles de supuestos golpistas. Miles de personas que pasaron a custodia policial o a prisión en cuestión de horas y días en un sistema penitenciario superpoblado ya antes de la intentona golpista: las cifras publicadas por el diario local 'Hürriyet' en marzo de este año mostraban que la población carcelaria superaba ampliamente la capacidad oficial: 184.494 internos para 179.883 plazas.

La situación se ha deteriorado en cuestión de días. Desde el 15 de julio, 18.044 personas han sido detenidas por supuesta relación con la asonada, acusadas de tener vínculos con el Hizmet, el movimiento del predicador musulmán Fetullah Gülen, al que Ankara responsabiliza en última instancia del golpe. De las citadas, 8.113 están actualmente bajo arresto, según las cifras proporcionadas por el ministro del Interior, Efkan Ala, el 27 de julio. Casi 3.500 han sido liberadas. Y algo menos de 5.000 personas siguen en custodia policial, un período que bajo el primer decreto del estado de emergencia puede durar hasta 30 días “para dar más tiempo a las investigaciones”, según fuentes oficiales.

Entre los 8.113 arrestados hay unos 5.500 militares. La cifra es de en torno a 10.000 soldados de entre las 15.846 personas detenidas en total por su supuesta relación con la intentona golpista. Unas cifras difíciles de manejar en un sistema carcelario al límite. ¿Dónde han sido internados?

Una fuente de seguridad que pide no ser identificada por no estar autorizada a hablar con la prensa afirma que la Academia de Policía Montada de Ankara alberga a parte de los detenidos. Y aporta una foto de decenas de varones en paños menores, arrodillados, con las manos a la espalda y mirando a la pared. Están en una caballeriza.

VEHÍCULOS BLINDADOS

“En Estambul, la mayoría están en Vatan. En la dirección Provincial de Seguridad”, asegura la fuente. En una visita por los alrededores del edificio, se ve que la seguridad ha aumentado de manera exponencial. Dos vehículos blindados cierran una calle aledaña al edificio, protegido en ese flanco por una muralla de autobuses urbanos. Otro de los laterales, en la avenida Vatan, está vallado con muchísima presencia policial, con agentes fuertemente pertrechados. En esa vía, centenares de seguidores del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, se echaron a la calle la noche del golpe para frenar los tanques, a petición de su líder. Varias decenas de adeptos al régimen montan una vigilia patriótica en un improvisado campamento junto a las vallas de la policía. Unos pasos más allá, un puesto del Ayuntamiento de Estambul reparte agua y víveres.

La misma fuente detalla que el pabellón de deportes de laFederación de Voleibol en Ankara alberga a muchos de los detenidos, al igual que otros centros deportivos de la capital y de Estambul. El demoledor informe de Amnistía Internacional (AI)sobre torturas y malos tratos a los detenidos tras el golpe publicado el pasado 24 de julio denomina a estos como “centros de detención no oficiales”.

CENTROS DEPORTIVOS Y UN ESTABLO

Después de hablar con abogados y médicos que habían tratado con los detenidos, AI aseguró contar con “múltiples informes de detenidos en ubicaciones no oficiales, como centros deportivos y un establo. Algunos, incluidos al menos tres jueces -prosigue el texto-, estaban detenidos en los pasillos de los juzgados”.

La oenegé también alerta sobre el citado primer decreto del estado de emergencia en Turquía, bajo el cual “los funcionarios pueden observar e incluso grabar las reuniones entre los detenidos y sus abogados antes del juicio, y restringe a los detenidos la elección de un representante, minando todavía más el derecho a un juicio justo”.

TRIBUNAL 'AD HOC'

Justos o no, los procesos a los acusados de golpismo y de vínculos con el movimiento de Gülen serán llevados a cabo en un tribunal construido 'ad hoc'. Será en el distrito estambulí de Sincan, en el lado europeo de la ciudad de Bósforo. Precisamente en ese barrio desfilaron varios tanques el 4 de febrero de 1997, en el denominado “golpe posmoderno”, que desembocó en la salida, tras presiones militares entre bastidores, del entonces primer ministro, el islamistaNecbettin Erbakan. La elección de ese lugar para juzgar los casos actuales es un tanto irónica.

Por allí es probable que no tengan que pasar aquellos afectados por el golpe de manera indirecta, como los despedidos de sus trabajos por su presunta vinculación con Gülen, algo de dudosa credibilidad en casos conocidos por este diario. ¿Podrán regresar a sus trabajos si demuestran su inocencia? ¿Cómo recurrir el despido bajo las garantías constitucionales suspendidas en el estado de emergencia? ¿No existe un riesgo muy alto de estigma a estas personas por parte del resto de la población? Preguntada por estos aspectos, una fuente de Presidencia respondió con evasivas.