Pese a tener el visto bueno del Parlamento, el Gobierno turco dio ayer marcha atrás y anunció que no va a enviar soldados a Irak para reforzar a las fuerzas de otros países ya desplegadas en ese país. La decisión del Gobierno de Ankara supone un nuevo revés para Estados Unidos y una vuelta de tuerca en la política exterior de Ankara.

Ante la insistencia de Washington, el Gobierno turco presionó el mes pasado al Parlamento para que le autorizara a enviar soldados a Irak, en el marco de un despliegue multinacional. El pasado martes, el Departamento de Estado subrayó que las "tropas turcas pueden desempeñar un papel constructivo para mejorar la seguridad de Irak" y el jueves, el propio Colin Powell agradeció "al pueblo y al Parlamento turco su solidaridad y amistad".

CRITICAS DE LOS KURDOS

"Turquía abandona su proyecto de despliegue en Irak", afirmó una fuente gubernamental. "Dijimos que enviaríamos tropas únicamente si ello podía contribuir a mejorar la situación. Hemos constatado que esta eventualidad no se da por el momento", subrayó el ministro turco de Asuntos Exteriores.

La pretensión turca de enviar soldados a Irak había levantado fuertes críticas del Consejo de Gobierno transitorio iraquí, particularmente de sus miembros kurdos. Estos habían manifestado su temor a que las tropas turcas se vieran en el Kurdistán iraquí como una fuerza de ocupación y a que su país fuera el escenario de enfrentamientos entre el Ejército turco y los separatistas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), con bases en el noreste iraquí.

Los líderes kurdos iraquís venían advirtiendo en los últimos días de las "graves consecuencias de la entrada de soldados turcos en Irak".