Los ciudadanos de Turquía celebraron la llegada del Año Nuevo alejados de las plazas por el miedo a posibles atentados terroristas.Los canales de televisión turcos retransmitieron las celebraciones desde las principales plazas de Estambul (Taksim) y Ankara (Kizilay), donde había menos gente incluso que en un día normal.

La policía turca había detenido el día 30 de diciembre a dos supuestos yihadistas con chalecos de explosivos listos para cometer un ataque en la capital durante las celebraciones. La detención y la amenaza, por lo tanto, estaban demasiado cerca hasta el punto de que convencieron a muchos ciudadanos que quedarse en cada era la mejor opción.

La gente no salió a las calles pese a que el primer ministro turco, el islamista Amhet Davutoglu, prometiera que se habían tomado todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad ciudadana durante las celebraciones. El Gobierno desplegó un gran número de fuerzas de seguridad, con muchos agentes camuflados de paisano.

Otro factor que impulsó a muchos a quedarse en casa fue el clima, con fuertes nevadas e intenso frío en gran parte de Turquía.