La Unión Europea quiere seguir controlando los tiempos del brexit. Visto el desbarajuste en Londres, considera que la mejor fórmula para evitar situarse al borde del abismo cada dos semanas es conceder una prórroga larga, de un año pero flexible, que permita al Reino Unido salir del club en cualquier momento si consigue ratificar antes el acuerdo de salida acordado en noviembre pasado entre la UE y el Gobierno de Theresa May. Al menos es la sugerencia del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, a los líderes de la UE que deberán tomar una decisión en la cumbre extraordinaria del próximo miércoles 10 de abril.

La cita tendrá lugar a solo dos días del nuevo plazo límite (el 12 de abril) fijado por los 27 líderes europeos como fecha tope para que Reino Unido salga de la UE si para entonces no se ha aprobado el acuerdo de divorcio. Algo a todas luces imposible y que ha llevado este viernes de nuevo a Theresa May a pedir por carta una segunda prórroga corta del brexit, hasta el 30 de junio, para seguir negociando una solución con el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn.

FUENTES EUROPEAS / Antes de que la misiva se hiciera pública, el polaco ya había dejado constancia de su rechazo a un nuevo aplazamiento corto y su preferencia por una prórroga más larga. «Es completamente compatible con la carta que ha recibido Tusk de la primera ministra May porque podrán salir de la UE el 30 de junio si están preparados, pero al mismo tiempo protege los intereses de los 27, de las empresas y de los ciudadanos en términos de certidumbre, y no tendremos que volver cada dos semanas para decidir sobre una nueva extensión», sostienen fuentes europeas, que consideran que el peor escenario posible y el más perjudicial es estar continuamente al borde del abismo, convocando cumbres de urgencia cada quince días, en un momento complicado para la UE, con elecciones europeas, una cumbre con China la próxima semana y una intensa actividad política. «Si se concede un año de prórroga al menos habrá más claridad», justifican.

Tusk, que el pasado martes pedía paciencia a través de las redes sociales, nunca ha escondido su preferencia por una prórroga larga que permita a May repensar la estrategia en torno al brexit y reconstruir el consenso político en el Reino Unido. Es más, lleva semanas apostando por esta vía. La incógnita es si conseguirá la unanimidad que requiere la decisión entre los 27, que el pasado 22 de marzo ya rechazaron conceder una prórroga hasta el 30 de junio. Y, sobre todo, si la propia May aprobará la fórmula que obligará al Reino Unido a permanecer en la UE y a celebrar de nuevo elecciones europeas entre el 23 y 26 de mayo, una de las condiciones que más resquemores genera entre los euroescépticos de su partido y del UKIP.

«La carta de Theresa May ya lo menciona, así que para mí no hay controversia sobre esto», apuntan las mismas fuentes que confían en que el Reino Unido no se convertirá tampoco en un freno durante el período en el que siga siendo miembro de la UE.

EL ALA DURA CONSERVADORA / No lo ve igual el euroescéptico británico Jacob Rees-Moog, del ala dura de los conservadores, quien ha dejado claro que si hay una «extensión larga» su país debería hacer las cosas lo más difíciles posibles. «Podríamos vetar cualquier aumento en el presupuesto, obstruir cualquier ejército europeo y bloquear los esquemas de integración de Macron», ha amenazado. La Comisión Europea ha optado por hacer oídos sordos y se ha escudado en que «ese caballero no es nuestro interlocutor», aunque el desafío no ha pasado desapercibido en Bruselas.

Por si acaso, el coordinador del brexit en la Eurocámara, Guy Verhoftstadt, dejó ayer un aviso: «Para aquellos en la UE que estén tentados a extender todavía más la saga del brexit solo puedo decir: tened cuidado con lo que deseáis».