Nadie quiere la división, pero la amenaza ha surgido en la región minera de Donetsk. Yanukovich ha perdido la confianza del Parlamento y el presidente saliente, Kuchma, se erige en la última esperanza de un país en que la población rusa reprocha al resto su actitud en la segunda guerra mundial y ésta no olvida el hambre y la represión de Stalin. Una repetición parcial de la segunda vuelta no convence a nadie y otras elecciones dejarían fuera a los dos candidatos. Una solución aceptable para Putin y para la oposición, como desea la diplomacia occidental para evitar la división, parece hoy imposible.

*Catedrático de Historia.