Alemania tiene prisa por encontrar un acuerdo migratorio que ponga fin a su crisis política interna. Italia, garantías de que no seguirá cargando con los inmigrantes que llegan a sus costas. Ni uno ni otro vieron ayer satisfechas sus demandas en la minicumbre de urgencia organizada en Bruselas pero hay ideas que empiezan a abrirse paso y todas van en la misma dirección: un blindaje total de las fronteras con un refuerzo del control por parte de Frontex, más acuerdos con terceros países al estilo del cerrado con Turquía y centros donde retener a los inmigrantes.

La cita fue convocada por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para rebajar la tensión de las últimas semanas y reconducir un debate migratorio que sigue envenenando las relaciones europeas. Pese a los duros reproches de los últimos días, en la reunión, aseguran fuentes comunitarias, «no ha habido fricciones ni negatividad ni peleas de gallos».

Inicialmente fueron ocho los invitados pero finalmente fueron 16 los mandatarios que acudieron a la llamada de Juncker. Salvo Bulgaria, que ocupa la presidencia semestral de la UE, no acudió ninguno del este de Europa porque consideran el fenómeno migratorio un problema del sur. Ahora el luxemburgués informará oralmente al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, de los resultados para preparar la cumbre del 28 y 29 de junio donde está previsto tomar las primeras decisiones.

ELEMENTOS DE CONSENSO / El encuentro terminó sin un documento de conclusiones pero hay elementos que suscitan consenso. «Todos estamos de acuerdo en que queremos reducir la inmigración ilegal, que queremos proteger nuestras fronteras y que todos somos responsables», resumió la cancillera alemana, Angela Merkel, tras la discusión de poco más de cuatro horas.

La cita sirvió de bautizo europeo al presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, que salió satisfecho. «Creo que ha sido positiva, esperanzadora y que hemos encontrado más puntos de unión que de discrepancia. Queda mucho por hacer pero se ha dado un importante paso adelante», aseguró. Con la misma sensación se marchó el maltés Joseph Muscat que hace dos semanas se negó a acoger al Aquarius.

«Ha ido mejor de lo esperado. Ha habido progresos. Espero que haya servido para ponernos en situación de entendernos mejor los unos a los otros la próxima semana» porque «si no tomamos decisiones en los próximos días la situación seguirá escalando», alertó. Hasta el italiano Giusseppe Conte, que presentó un decálogo de ideas cuyo «85% es como el papel de la Comisión», según fuentes comunitarias, dejó un recado positivo. «Regresamos a Roma satisfechos. Hemos impreso la dirección correcta al debate», valoró.

Esa dirección se basa en blindar las fronteras exteriores y en mantener a los inmigrantes alejados de las costas de Europa a base de dinero y de vigilancia. «Nos centraremos en las cosas que pueden generar un acuerdo», explican en Bruselas. Lo primero será que los 28 se pongan de acuerdo en desembolsar los 500 millones de euros prometidos al Fondo de África y desbloqueen los 3.000 millones comprometidos con Turquía. En segundo lugar, convertir a la agencia Frontex en una auténtica fuerza de policía, multiplicando su personal de los 1.500 personas actuales a los 10.000, y a EASO en una auténtica agencia de asilo.

Otro elemento clave será «hacer más y mejor con nuestros socios en Africa» e impulsar acuerdos con otros países de origen o tránsito al estilo del pacto con Turquía. También han llegado para quedarse las llamadas «plataformas de desembarco», donde trasladar a los inmigrantes y solicitantes de asilo para determinar quien tiene derecho a presentar una demanda y quien no. Tusk la ha incluido en su borrador de conclusiones de la cumbre pero no todos los Estados miembros entienden lo mismo.

Italia, por ejemplo, es partidaria de crear este tipo de centros en países del norte de Africa, como en Níger o Libia, desde donde llegan el 80% de aquellas personas que desembarcan en el país. Otros como Francia y España abogan por crear centros de procesamiento en territorio europeo. El debate en la cumbre deberá acotar una visión común, dónde deberán ubicarse y cómo se pueden poner en marcha.

No hubo avances en cómo evitar los movimientos secundarios dentro de la UE y en reconducir el debate sobre el reglamento de Dublín.