Si alguien esperaba ayer propuestas e ideas concretas de la primera ministra británica, Theresa May, para arrojar algo de luz a las posibles alternativas británicas para desbloquear la negociación del brexit, se llevó de nuevo un completo y rotundo chasco. De ahí el mutismo y la frialdad con la que la UE recibió el discurso de la líder británica ante la Cámara de los Comunes, sin reacción oficial ni de la Comisión Europea ni del Consejo Europeo.

El portavoz de Jean-Claude Juncker, Margaritis Schinas, volvió a insistir en que no hay renegociación posible, ni del acuerdo de retirada ni del mecanismo de salvaguarda incluido para evitar el regreso de una frontera física entre Irlanda e Irlanda del norte. Si algo volvió a quedar patente es que la posibilidad de ponerle fecha de caducidad de cinco años a la salvaguarda para Irlanda, que tanto detestan el Partido Unionista del Ulster (DUP) y los tories más radicales, no genera ninguna simpatía entre los gobiernos europeos. La idea fue rápidamente rechazada por ministros y diplomáticos en Bruselas que cerraron filas, con Irlanda y con la necesidad de preservar la unidad.

«Poner un límite temporal a un mecanismo de seguridad, que es lo que es la salvaguarda, significaría que no sería un mecanismo de seguridad en absoluto. No creo que refleje la postura de la UE en relación al acuerdo de retirada. Entiendo por qué le preocupa encontrar soluciones, porque hay muchos polacos viviendo en el Reino Unido, más que de ningún otro país de la UE, pero son Barnier y Tusk quienes hablan en nombre de la UE», zanjó el ministro irlandés, Simon Coveney.