El sentido práctico prevaleció ayer sobre la sensibilidad de los líderes europeos que debaten las posibles sanciones contra Rusia por su invasión de Georgia y por la aceptación de la independencia de Osetia del Sur y Abjasia. La interdependencia energética de Moscú hizo a la Unión Europea (UE) moderar sus amenazas y anunciar que "la hora de aprobar sanciones no ha llegado".

En vez de preparar un "castigo" para Rusia, la mayoría de los líderes europeos se inclinaban por limitarse a garantizar la ayuda económica, política y militar a Georgia. Paralelamente, quieren seguir el diálogo con Moscú sobre el conflicto para que el Kremlin no se sienta aislado. Solamente Polonia y Lituania, antiguos vasallos de Moscú, son partidarios del dictado de sanciones contra Rusia.

"No ha llegado la hora de las sanciones", dijo ayer un portavoz de la presidencia francesa. Lo máximo en que insistirán los líderes de los 27, que asistirán el lunes en Bruselas a la reunión extraordinaria de la Unión Europea, es que el acuerdo de alto el fuego, de seis puntos y firmado por Moscú y Tiflis, se respete.

La cancillera alemana, Angela Merkel, considera que el resultado de la cumbre de Bruselas depende "decisivamente" de si Rusia cumple o no el plan de paz defendido por la UE. Merkel exige que Rusia retire sus unidades del territorio georgiano y las lleve a las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur.

El pulso que mantiene Rusia con Occidente está afectando a su negociaciones, desde hace más de 15 años, con Moscú para formar parte de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Entre sus 153 estados miembros la OMC cuenta con Georgia y Ucrania, exrepúblicas soviéticas aliadas ahora de EEUU.