La Unión Europea (UE) y Rusia celebran hoy su segunda cumbre del año en medio de un ambiente tenso, marcado por las críticas de Bruselas a las recientes elecciones parlamentarias rusas y por las diferencias en política exterior.

El presidente ruso, Dmitri Medvédev, que no opta a la reelección representará a Moscú por última vez en una cita de este tipo, en la que por parte de los Veintisiete estarán el presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, y el de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. Las dos partes esperan lograr avances concretos en varias áreas, pero el encuentro podría quedar ensombrecido por la polémica.

"El asunto de la democracia continúa despertando importantes preocupaciones y será planteado por nuestros representantes", confirmaba ayer un diplomático europeo, poco después de que Moscú advirtiese de que el asunto electoral no debe acaparar la agenda de la cumbre.

La UE tiene intención de expresar su preocupación por la exclusión de algunos partidos de la oposición de los comicios y por los informes sobre la falta de imparcialidad de los medios y de separación clara entre el partido gubernamental y el estado. A priori, las críticas europeas no deben gustar al presidente ruso, quien ya respondió duramente a las sospechas de fraude expresadas por la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton.

En el apartado constructivo, las dos partes tienen intención de discutir los problemas financieros de la eurozona y una posible ayuda de Moscú a través del Fondo Monetario Internacional (FMI). Rusia, que tiene en la UE a su principal socio comercial y que acumula un 40 % de sus reservas en euros, está interesada en mantener la estabilidad de la divisa europea y ya se ha mostrado dispuesta a desembolsar una suma importante.

Además, la cumbre debe servir para abrir un nuevo capítulo en las relaciones económicas con la adhesión de Rusia a la Organización Mundial de Comercio (OMC) tras 18 años de negociaciones, un paso que se formalizará mañana en Ginebra.

El otro gran área en el que se esperan resultados tangibles es el de la facilitación de visados para los ciudadanos, una de las grandes prioridades del Kremlin en su relación con Europa.