Al conocerse la excarcelación de los 52 presos cubanos, las miradas se volvieron hacia Washington y Bruselas. ¿Es un gesto que se merece la flexibilización de alguna medida de presión diplomática? Ninguna de las dos capitales dio ayer una respuesta, pero las dos aplaudieron la medida y aseguraron que ese es el camino. La jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, reconoció que es "un paso absolutamente crucial" para normalizar las relaciones diplomáticas con La Habana, aunque recordó que la anulación de la llamada posición común requiere la unanimidad de los Veintisiete. Esta medida de presión, vigente desde 1996, condiciona las relaciones del bloque europeo a los avances democráticos en la isla.

España, por su historia compartida con Cuba, ha dirigido la estrategia europea con el régimen desde que los Veintisiete decidieron acordar la política exterior. Ocurrió con José María Aznar y, desde 2004, con José Luis Rodríguez Zapatero y su ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, especialmente sensible a la causa cubana.

LA POSICION COMUN Moratinos tenía como objetivo personal anular la posición común durante la presidencia rotatoria española de la UE, pero no lo consiguió. Lo que logró fue un periodo de margen para ver qué frutos daba el diálogo entre la Iglesia y La Habana, y la respuesta llegó el miércoles por la noche. "Creo que ya no hay ninguna razón para mantener la posición común. Es lo que mis colegas me pidieron, que si conseguíamos zanjar la cuestión de los presos pues lógicamente se levantaría la posición común", dijo en la madrugada de ayer el titular de Exteriores español.

La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, quien habló por teléfono con Moratinos, consideró "tardía", pero "positiva" la liberación. En España, el PSOE se sumó a la alegría de Moratinos y celebró que su estrategia de mantener el diálogo con La Habana pese a las críticas haya dado frutos. El PP y CiU aplaudieron la medida aunque le reconocieron todo el mérito a la Iglesia católica.