En medio de un discreto dispositivo de seguridad, algo más de un millón de ciudadanos de Irlanda del Norte estaban llamados ayer a acudir a las urnas para elegir a los 108 diputados de la Asamblea regional. El temor a una elevada abstención fue ganando terreno a media tarde, cuando se supo que, cuatro horas antes del cierre de los colegios, tan sólo un 30% del electorado había votado.

Las autoridades británicas e irlandesas, que habían llamado a los ciudadanos a apoyar en las urnas los Acuerdos del Viernes Santo, confiaban en que la afluencia de votantes se animara en las horas finales de la jornada. La hipótesis de que las fuerzas contrarias a los Acuerdos de Viernes Santo se impondrán como las formaciones más votadas, impediría durante meses la devolución del poder a la Asamblea de Belfast.

Todos los partidos dispuestos a defender los acuerdos de paz trataron hasta el último momento de movilizar al electorado. "Le pido a la gente que venga a votar, porque éstas son unas elecciones cruciales, unas elecciones críticas", declaró el líder del Sinn Féin, Gerry Adams, cuando depositó su papeleta por la mañana en Belfast.