Italia fue escenario ayer de uno de los peores ataques racistas de los últimos años. Un hombre abrió fuego contra inmigrantes africanos desde el coche en el que circulaba, un Alfa 147 de color negro, y causó seis heridos antes de ser capturado por la policía.

El ataque se produjo en Macerata, una pequeña y hasta ahora sosegada ciudad del centro del país. El agresor disparó la pistola semiautomática mientras circulaba en el automóvil y sembró el pánico en la localidad. Según algunos testigos, en su intento de fuga gritó «Viva Italia».

El atacante que, según la prensa italiana, confesó ser el autor de los disparos y que habría hecho el saludo fascista poco antes de su detención, fue identificado como Luca Traini, un italiano de 28 años sin antecedentes penales. Aunque oficialmente se desconoce su motivación, no cabe duda de que se trata de un ataque racista, dada su filiación política. En el 2017, Traini concurrió a las elecciones como candidato de la xenófoba Liga —anteriormente llamada Liga Norte—, en el pequeño pueblo de Corridonia, en las cercanías de Macerata. Posteriormente se comprobó que tiene en la frente un tatuaje con un diseño estilizado de la esvástica.

Traini abrió primero fuego a las 11,10 contra dos jóvenes inmigrantes negros y después continuó su carrera enloquecida por las calles la ciudad, lo que disparó todas las alarmas. «Por razones de seguridad, los invitamos a no salir de sus casas, oficinas o de las escuelas», comunicó entonces el alcalde de Macerata, Romano Carancini. El primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, interrumpió un acto de la campaña electoral en curso —en vista de las generales del 4 de marzo— para recibir información sobre los hechos.

A renglón seguido, Gentiloni pidió al resto de fuerzas políticas que no alimenten la «espiral de violencia». «Confío en el sentido de responsabilidad de todas las fuerzas políticas. (…) Detengamos este riesgo, inmediatamente y juntos», añadió el mandatario.

Muy pronto el caso adquirió un cariz político. Matteo Salvini, el líder de la Liga, condenó el tiroteo pero añadió que «es claro y evidente que una inmigración fuera de control, una invasión como la organizada, deseada y financiada en estos años, lleva al choque social». «Italia se encuentra en plena emergencia de seguridad», subrayó, por su parte, Giorgia Meloni, líder del derechista Hermanos de Italia, formación que concurre a las elecciones en coalición con la Liga y con el exprimer ministro Silvio Berlusconi.

«Lo ocurrido hoy demuestra que incitar el odio y el fascismo tiene consecuencias: transforma nuestras ciudades en un far west», les respondió Laura Boldrini, presidenta del Congreso hasta su disolución en diciembre y hoy candidata del partido izquierdista Libres e Iguales. «No es posible que sobre una tragedia como esta tenga que empezar la campaña electoral», afirmó Luigi Di Maio, el líder del Movimiento Cinco Estrellas.

Por su parte Matteo Renzi, el líder del Partido Democrático —la mayor fuerza de centroizquierda en Italia— pidió a todos mantener «la calma y el sentido de responsabilidad». «No hay que instrumentalizar lo ocurrido. Hay que dejar la campaña electoral fuera de este terrible evento. El Estado está presente», añadió. Renzi hizo estas declaraciones después de que se divulgara que algunos de los disparos de Traini también habían alcanzado una de las sedes del PD en la localidad.

El tiroteo se produjo en un momento en que se vive una inusual tensión social en Macerata, donde el miércoles fue encontrado el cuerpo descuartizado de Pamela Mastropietro, una italiana de 18 años que se había escapado de un centro de rehabilitación para drogadictos.