«Es una mala noticia para la democracia y para la República». Con cara de funeral, el ministro de Educación, Vincent Peillon, lamentó así la victoria de la ultraderecha este domingo por la noche en las cantonales de Brignoles. Aunque se trata de una pequeña circunscripción y de una elección parcial, el holgado triunfo del candidato del Frente Nacional (FN), Laurent Lopez (53,9% de los votos), que pasó a segunda vuelta con la candidata de la derecha, Catherine Delzers (46%), es sintomático de la marea de fondo que favorece el ascenso del partido de Marine Le Pen en Francia.

Además de confirmar una tendencia puesta de manifiesto en los sondeos -uno de ellos sitúa incluso al FN por primera vez en cabeza de las europeas de la próxima primavera con un 24% de votos-, el resultado de Brignoles (sur de Francia) ha hecho saltar por los aires el llamado pacto republicano. Es decir, que cuando el FN pasa a segunda vuelta, los partidos que quedan fuera llaman a votar al rival para cerrar el paso a la extrema derecha. Hasta ahora, esta consigna había funcionado. Tras quedar eliminado de la segunda vuelta el domingo anterior, el Partido Socialista y el Gobierno de François Hollande llamaron enérgicamente a votar a Delzers, la candidata de la Unión por un Movimiento Popular (UMP). En vano.

El fin de la "diabolización"

La presidenta del FN, Marine Le Pen, levantó acta de «la muerte del frente republicano» y lo inscribió dentro de la apertura de una nueva etapa en la dinámica electoral de Francia. «La siguiente etapa serán las municipales y las europeas», vaticinó eufórica Le Pen. A cinco meses de los comicios locales y siete de la elección al Parlamento europeo, el escenario no puede ser más sombrío para los socialistas. El apoyo recibido por Lopez, elegido miembro del consejo regional sin apenas ser conocido en Brignoles, demuestra el trasvase de los votantes de la izquierda al FN. Para la UMP también resulta muy inquietante. Su flirteo con la extrema derecha -algunos de sus dirigentes han cuestionado incluso el pacto republicano- se les ha vuelto en contra. «El votante prefiere el original a la copia», constataron los socialistas. La UMP, sin embargo, insistió ayer en culpar a «los 18 meses de política de Hollande».

La interpretación del FN fue rotunda: «La diabolización ha terminado», proclamó Florian Philipot, mano derecha de Marine Le Pen. En la primera vuelta, se atribuyó la victoria de Lopez -40% frente al 20% de la aspirante de la UMP- a la escasa participación (33%). Los grandes partidos lo recibieron como un aviso, pero dieron por sentado de que se corregiría el tiro en segunda vuelta. Ayer, la participación fue del 45% y una clara mayoría optó por la ultraderecha. El mensaje de Marine debió caer como un mazazo en el Elíseo: «Ahora debemos organizar nuestra llegada al poder».