Juan Lázaro no se llama Juan Lázaro. Este hombre arrestado el domingo junto a otras nueve personas en Estados Unidos por el FBI en una operación contra una supuesta red de espionaje rusa en EEUU se niega a revelar su verdadera identidad.

Sea cual sea, Lázaro ha brindado a las autoridades la primera confesión que confirma que la trama era real, tanto o más que la incriminación indirecta realizada por el undécimo miembro de la red, que está en paradero desconocido desde el miércoles, tras haber sido arrestado en Chipre y haber quedado en libertad condicional tras la detención.

Las autoridades aseguran tener múltiples pruebas que incriminan a los arrestados, pero ha sido la confesión de Lázaro el más contundente apoyo a su caso por ahora, al menos ante la opinión pública, que sigue sin tener muy claro el alcance del supuesto trabajo de espionaje que los acusados realizaron durante más de una década.

VIVIENDA GRATIS Lázaro, que fue profesor en una universidad neoyorquina, confesó que la casa en la que vivía en Yonkers (Nueva York) con Vicky Peláez (otra de las detenidas) la pagaba el SVR, una de las agencias de espionaje rusas herederas del KGB. Dijo también querer al hijo de 17 años que tuvo con Peláez pero aseguró que "no violaría su lealtad al servicio (el SVR), ni siquiera por su hijo".

En las primeras comparecencias judiciales de los detenidos, que empezaron el jueves, ha quedado evidenciado que llegar a conocer sus identidades será complicado. Por eso, la única que operaba con su verdadero nombre, Peláez, columnista en un diario hispano, ha sido la única en quedar en libertad bajo fianza. Aunque debe cumplir unas rígidas medidas ya que está bajo arresto domiciliario y porta un brazalete electrónico.