La salud de Ingrid Betancourt se ha agravado de manera acelerada. El sacerdote Manuel Mancera reveló que la cautiva de las FARC fue atendida de urgencia a finales de febrero en un puesto de salud del caserío Capricho, en la sureña San José del Guaviare. Permaneció allí varias horas, custodiada por más de 200 guerrilleros, y luego volvió a ser llevada a la selva. La posibilidad de un desenlace trágico precipitó la decisión del Gobierno colombiano de suspender las condenas de los miembros de las FARC presos en las cárceles si, a cambio, la guerrilla entrega a los secuestrados que tiene en su poder.

"Basta simplemente con que de manera inmediata la doctora Ingrid Betancourt sea liberada para nosotros considerar que el acuerdo humanitario se ha realizado", dijo en la madrugada de ayer el alto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo. El anuncio tuvo ya el apoyo de España, Francia y países de América Latina. El decreto firmado por el presidente, Alvaro Uribe, no establece límites para la cifra de guerrilleros que podrían ser canjeados.

El giro del Gobierno fue dado después de que el defensor del Pueblo, Wolmar Pérez, denunciara con inusual dramatismo lo que está ocurriendo con la excandidata presidencial. "Me da rubor decirlo, pero alguien me comentó que sus características físicas no distan mucho de las de los niños de Somalia", describió Pérez. Betancourt sufre leishmaniasis y hepatitis B.

Horas más tarde, Restrepo apareció en escena con el decreto de Uribe. "No podemos correr riesgos ni hay más tiempo de espera", justificó. La Iglesia Católica, los seis exrehenes liberados y dirigentes de la oposición alzaron al mismo tiempo su voz de ruego para que la guerrilla reaccione positivamente a la oferta hecha por el Gobierno.

"No podemos dejar morir a Ingrid. Que las FARC se apoyen en cualquier obispo, queremos colaborar", dijo el sacerdote Darío Echeverry, integrante de la Comisión Nacional de Conciliación (CCN). Clara Rojas le pidió "con el alma" y "el corazón" a la guerrilla que "envíe las coordenadas" al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, para que una misión humanitaria pueda ir a buscar a su excompañera de fórmula electoral en el 2002, y a los demás rehenes.

El exmarido de Ingrid Betancourt, Fabrice Delloye, dijo que la propuesta del Gobierno es "un paso adelante", aunque expresó algunas dudas: "Tememos que Uribe quiera usar este gesto porque sabe que Ingrid está mal y no quiere cargar con la responsabilidad de su muerte".

Con la voz entrecortada, Yolanda Pulecio, la madre de Betancourt, suplicó por el regreso de su hija: "Dios quiera que por fin se haga algo de lo que tanto hemos pedido, que sea algo positivo y que ella se salve".