Al menos 57 personas murieron y otras 248 resultaron heridas en 11 atentados con coche bomba, aparentemente coordinados, en varios barrios de mayoría chií de Bagdad. Las autoridades decretaron el toque de queda en el este de la ciudad entre la medianoche y las 5 de la mañana.

Un responsable del Ministerio de Interior precisó que los dos principales atentados tuvieron lugar en dos restaurantes, uno en Kazamiya, en el norte de la ciudad, y otro en Husseiniya, en el este. En el primero perecieron seis personas, y otras 26 resultaron heridas. En el segundo, cuatro personas murieron y otras 34 sufrieron heridas.

Debido a su simultaneidad y a los objetivos escogidos --barrios chiís-- estas explosiones llevan la marca de la rama iraquí de Al Qaeda que, pese a un acusado descenso de la violencia en la mayor parte del territorio iraquí, tiene aún capacidad de golpear fuerte. Ya entrada la noche, cuatro obuses de mortero fueron disparados contra el barrio mixto de Ghazaliya, en el oeste. Las mismas fuentes en el Ministerio de Interior no pudieron indicar si los disparos habían causado víctimas o daños.

ATRAER A INVERSORES Lo único cierto es que la cadena de atentados ponen en peligro los esfuerzos del Gobierno, que busca desesperadamente a atraer inversores extranjeros. Desde el lunes, se celebra en Bagdad una feria internacional donde están presentes más de 300 compañías.

El nivel de violencia no es nada comparado con los años críticos del 2006 y 2007. Sin embargo, la capital iraquí sigue siendo el escenario de atentados diarios, la mayoría de los cuales son imputables a Al Qaeda. El pasado domingo, un comando armado atacó durante la misa, la catedral católica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, en la capital iraquí. Murieron 53 personas.

Los últimos episodios de violencia dificultarán las ya complicadas conversaciones para formar un Gobierno. Han pasado ya ocho meses desde la celebración de las elecciones legislativas y los partidos políticos no han conseguido cerrar una acuerdo para formar un Ejecutivo.