Los soldados estadounidenses e iraquís que participan en la operación Enjambre rastrean palmo a palmo la zona rural del noreste de la ciudad de Samarra, a unos 100 kilómetros al norte de Bagdad, en busca de grupos armados ligados a Al Qaeda. El alto mando norteamericano calificó el jueves la ofensiva como el mayor ataque aéreo desde la invasión de Irak, hace tres años, pero, de momento, el impresionante despliegue militar se ha saldado tan sólo con la detención de medio centenar de personas, 17 de las cuales fueron poco después puestas en libertad.

A pesar de los medios utilizados, unos 1.500 hombres, con 200 carros de combate y 50 helicópteros, un oficial del Ejército estadounidense dijo ayer a la agencia France Presse que, de momento, no "ha habido contacto combate con los rebeldes". La ofensiva militar se centra en tres pequeños pueblos en los que habitan unas 1.500 personas.

Este área está asentada en el triángulo suní, del que forman parte las ciudades de Samarra, Faluya y Tikrit, tres de los principales bastiones de la insurgencia. El vicegobernador de la provincia de Saladino, cuya capital es Tikrit, estimó en unos 200 el número de rebeldes en la zona.

REPERCUSION MEDIATICA El portavoz del Ministerio de Defensa iraquí, Salih Sarhan, se mostró sorprendido de la repercusión mediática de la ofensiva. "Esta operación no es una invasión", dijo. "El objetivo es controlar el área y lanzar ataques contra lugares sospechosos". La espectacularidad de la ofensiva radica en los medios aéreos que se han utilizado: medio centenar de helicópteros de combate Black Hawk y Apache, y Chinook de transporte de tropas.

Por lo demás, el número de soldados es sustancialmente inferior a los que intervinieron, por ejemplo, en la gran ofensiva que tropas estadounidenses e iraquís llevaron a cabo el año pasado en la provincia suní de Anbar, junto a la frontera siria, en la que participaron más de 3.500 soldados.

La Casa Blanca ha negado que la operación Enjambre responda a una campaña propagandística para contrarrestar el espectacular descenso de popularidad del presidente de Estados Unidos, George Bush, en su país. Hace tres años, cuando lanzó la invasión contra el país árabe, Bush contaba con el apoyo del 67% de los estadounidenses. Hoy el apoyo es tan sólo del 37%.