Representantes de los países vecinos de Irak que acogen a centenares de miles de iraquís desplazados por la guerra iniciaron ayer en Ammán una conferencia para estudiar cómo hacer frente al cada vez mayor peso político y económico que esos refugiados les suponen. Altos funcionarios sirios, egipcios, jordanos e iraquís participaron en la conferencia, a la que también asistieron como observadores Turquía, Irán, Rusia, Japón, Gran Bretaña, la Unión Europea y la ONU.

Más de 2,2 millones de iraquís han huido de su país desde el 2003 por la inseguridad y el desabastecimiento, refugiándose principalmente en Siria (1,4 millones) y Jordania (750.000). A ellos se unen los otros dos millones de desplazados dentro del propio Irak. Como ejemplo de los motivos que les empujan a la huida, ayer mismo, 20 personas murieron y 60 resultaron heridas por la explosión de un coche bomba en el barrio de Al Karrada, en el centro de Bagdad. También perdieron la vida siete militares estadounidenses en tres incidentes.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas Para los Refugiados (ACNUR) ya pidió el 12 de julio que se duplicase el presupuesto de la comunidad internacional destinado a los refugiados de Irak.