Nadie espera un acuerdo en la cumbre de líderes de la UE de este viernes, ni tan siquiera por sorpresa. Las posturas entre norte y sur siguen estando extremadamente alejadas y todavía es necesaria mucha cocina para desencallar una negociación en la que, según señalan fuentes diplomáticas, "está todo abierto". Pero la cita, la primera videoconferencia de jefes de Estado y de Gobierno que debate sobre el fondo de recuperación de 750.000 millones propuesto por la Comisión Europea y el marco presupuestario para el período 2021-2027, debe servir de termómetro para medir las posibilidades de sellar un acuerdo antes de finales de julio.

"Es verdad que la mecánica es muy diferente", reconocen fuentes europeas sobre el formato de la reunión, por videoconferencia y sin presencia de los líderes en Bruselas. "No hay pasillos en los que poder hablar" y el contacto entre capitales se realiza "por teléfono". Por eso, "pensamos que es necesaria una reunión física. Se necesita una atmósfera y negociar (en persona)", aseguran las mismas fuentes sobre una percepción que es compartida por muchas otras delegaciones en Bruselas que consideran que sin una negociación "cara a cara", durante una o dos cumbre físicas, será imposible lograr un acuerdo que consideran urgente.

El encuentro, que arranca a las 10 de la mañana, será una "especie de calentamiento" en el que cada delegación expresará su postura antes de la gran negociación en julio, cuando se encuentren de nuevo físicamente tras tres meses de reuniones virtuales. Sobre la mesa, dos propuestas: un fondo de recuperación, con medio billón en transferencias a fondo perdido y 250.000 millones en préstamos baratos para hacer frente a la recesión provocada por la pandemia del covid-19, y un marco financiero de 1,1 billones de euros para los próximos siete años.

EN BUSCA DE UN CONSENSO

Aunque las posturas se han ido acercando y hay señales que apuntan a una cierta convergencia, la fractura es todavía importante. Los países del norte -Austria, Holanda, Suecia y Dinamarca- aceptan lo que hasta hace poco era tabú para ellos: la creación de una fondo de recuperación financiado con la emisión de deuda europea y avalado por el presupuesto de la UE, tal y como defienden la Comisión, los países del sur, Francia y Alemania. Pero discrepan sobre los criterios para repartir el dinero y siguen insistiendo en que debe llegar a los países más golpeados en forma de préstamos y no subsidios.

"¿Cómo podría ser repentinamente responsable gastar 500.000 millones de dinero prestado y enviar la factura al futuro?", preguntaban esta semana los primeros ministros de los cuatro países que han optado por echar este pulso juntos pese a que sus posturas nacionales no son idénticas en todo. "Cuando pedimos prestado dinero juntos en la EU la manera más sensata de usarlo es convertirlo en préstamos para aquellos que realmente los necesitan, en los mejores términos posibles", insisten.

Aunque el apoyo de Francia, y especialmente de Alemania, a la creación de un fondo basado en transferencias ha cambiado la dinámica negociadora, la partida final no ha comenzado y hay otros países del este que tampoco comulgan con el plan de Bruselas porque se sienten maltratados en el reparto. "Es evidente que mientras no esté todo negociado todo está abierto. Hemos visto propuestas anteriores de la Comisión que se reducían o cambiaban de fisonomía. Todavía está todo por hacer. A veces da la sensación de que hay una negociación cerrada y no es así. Es verdad que no solo la propuesta de la Comisión es potente sino que hay grandes países de la UE en esta misma dirección, pero lo tienen que aprobar todos los estados miembros", recuerda un diplomático con años de experiencia en Bruselas.

DIAGNÓSTICO DE MICHEL

Según el diagnóstico del presidente de la UE, Charles Michel, los Veintisiete están de acuerdo en dar una respuesta "excepcional" a la crisis, financiada a través de los préstamos que obtenga la Comisión en los mercados, con un esfuerzo dirigido a los países, regiones y sectores más afectados y con un paquete presupuestario que no solo responda a la crisis del coronavirus sino que ayude a transformar las economías europeas. A partir de aquí, sin embargo, las discrepancias son prácticamente todas. Empezando por el tamaño y la duración del fondo de recuperación (los frugales ponen como límite 2022), el porcentaje en préstamos o ayudas, los criterios para repartir el dinero, así como la condicionalidad exigida (qué tipo de reformas y vigilancia).

También hay discrepancias sobre el tamaño del nuevo presupuesto, los impuestos con los que financiarlo (tasa al plástico o sistema de comercio de emisiones entre otras), la condicionalidad sobre el estado de derecho y el futuro de los 'cheques' de los países contribuyentes netos. "La presión política es muy fuerte. No llegar a un acuerdo político tendría consecuencias considerables para todos", avisa un diplomático de uno de los grandes países de la Unión. "Cuanto más tardemos en resolverlo más caro, doloroso y difícil será que la reacción sea acorde al desafío de la crisis", apunta otra fuente que fija julio como fecha límite.