La venganza de los rebeldes sunís ha sido inmediata y sangrienta. Cuando los iraquís no habían salido de su asombro por el escándalo de las torturas a presos --casi todos sunís-- en un centro de detención del Ministerio de Interior en Bagdad, cuatro atentados suicidas se saldaron con 83 muertos y más de un centenar de heridos.

Los dos más sangrientos tuvieron como blanco a fieles shiís reunidos a la hora de la plegaria en dos mezquitas de Janaqin, en el noreste de Irak. Los otros dos se produjeron frente a la cárcel de las torturas. Hay numerosos heridos en estado grave y víctimas entre las ruinas, por lo que se teme que el saldo de muertos se aproxime al centenar.

EDIFICIOS EN RUINAS Los atentados contra los centros religiosos de Janaqin se produjeron casi simultáneamente, a la hora de la plegaria del mediodía, cuando estaban abarrotados. Al menos 77 personas murieron, entre ellas varios niños. Los kamikazes, con cinturones adosados al cuerpo, hicieron estallar sus cargas en el interior de las mezquitas. Al parecer, una tercera explosión tuvo lugar junto a un banco. Janaqin está en la provincia de Diyala y está situada a 170 kilómetros de Bagdad, junto a la frontera con Irán. La localidad, de población mayoritariamente shií y kurda, mantiene fuertes lazos con el Kurdistán iraquí.

Los ataques se han producido a menos de un mes de que Irak celebre elecciones legislativas y en plena crisis por el caso de la prisión secreta de Jadriya, al parecer el objetivo de los kamikazes que conducían los vehículos que estallaron en Bagdad.

Las explosiones, que mataron por lo menos a seis personas, destruyeron un edificio de dos plantas y ocasionaron importantes daños a otros. Fuentes policiales dijeron que puede haber aún gente atrapada bajo los escombros. La policía no descarta que el blanco de los ataques fuera el vecino Hotel Hamra, en donde se hospedan periodistas y empleados de empresas extranjeras que operan en Irak.

Ayer, Louise Arbour, alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, sumó su voz a la de los líderes religiosos sunís y pidió al Gobierno iraquí que un equipo internacional independiente investigue los casos de tortura que salieron a la luz pública a principios de semana, cuando tropas de EEUU localizaron en la cárcel secreta a 173 presos, la mayoría sunís, en condiciones infrahumanas.

32 REBELDES FALLECIDOS El Ejército de EEUU afirmó que 32 insurgentes murieron en los combates que se libran en Ramadi. Según el mando estadounidense, medio centenar de rebeldes lanzaron un ataque coordinado contra sus unidades y contra soldados iraquís en el centro de la ciudad, junto a una mezquita. Un militar iraquí y otro de EEUU resultaron heridos.