El Ministerio de Turismo de Siria ha lanzado una campaña para promocionar el país como un destino vacacional seguro y con una oferta muy variada. Las imágenes están tomadas en la costa de Tartús, a menos de 200 kilómetros de la asediada ciudad de Alepo, donde tiene lugar uno de los asedios más cruentos de las guerras recientes, con bombardeos diarios del régimen y sus aliados, principalmente Rusia, contra objetivos civiles.

Pese a que la guerra lleva cinco años arrasando al país, dicho ministerio ha anunciado en su página de Facebook que el turismo en Siria "se ha incrementado en un 30%". El conflicto se ha cobrado la vida de más de 470.000 personas, según datos de febrero del 2016, y con más de la mitad de la población desplazada en el interior del país o refugiada en el extranjero, generando la más grave crisis de refugiados que ha padecido el mundo desde la segunda guerra mundial.

DE UN MINUTO Y MEDIO DE DURACIÓN

El vídeo, de poco más de un minuto y medio de duración bajo el título Syria Always Beautiful (Siria siempre bonita), en el que se muestran las claras aguas del Mediterráneo oriental con multitud de gente tomando el sol, riendo y disfrutando de la costa sin mayor preocupación que la de divertirse. El objetivo de la campaña es proporcionar la región costera de Tartús como uno de los destinos ideales del Mediterráneo.

Aunque la ciudad se halla en la retaguardia del territorio bajo el control del régimen de Asad, sí ha sufrido los embates de la violencia. El pasado mes de mayo, una cadena de atentados reivindicados por el autoproclamado Estado Islámico en Tartús y Yabla, una localidad próxima, causaron al menos 121 muertos y decenas de heridos.

Además, Tartús es una localidad muy próxima a la base naval de Rusia en el país árabe y que Moscú ha decidido ampliar para acoger a buques de mayor envergadura e intensificar las patrullas de su marina en las aguas del Mediterráneo.

Durante esta semana, el rotativo 'The Guardian' denunció que el régimen sirio había recibido decenas de millones de euros en donaciones de los diferentes organismos humanitarios de la ONU, incluyendo una oenegé caritativa dirigida por Asma el Asad, la esposa de Bashar el Asad. Otro de los receptores de la ayuda de la ONU es un banco de sangre bajo el control del Ejército sirio. Fuentes anónimas del organismo expresaron su temor de que parte de los fondos sean desviados a cuentas personales, dado el elevado grado de corrupción existente en el país.