Nunca tendrán la oportunidad de ver cómo su agresor rinde cuentas ante la justicia, pero al menos han logrado que se escuche en los tribunales la retahíla de abusos sexuales que presuntamente sufrieron cuando eran todavía unas niñas. Veintitrés de las víctimas del pedófilo multimillonario Jeffrey Epstein declararon el martes (madrugada de ayer en España) ante un tribunal federal de Nueva York en una sesión en la que solo faltó su principal protagonista, ya fallecido. «Epstein me robó a mí y al resto de víctimas nuestro día ante la justicia para hacerle frente y, por eso, es un cobarde», dijo Courtney Wild, resumiendo uno de los sentimientos generalizados en la sala. Para algunas, era la primera vez que contaban públicamente su historia. Del relato que ofrecieron sale un criminal extremadamente concienzudo, ruin y minucioso a la hora de reclutarlas como esclavas sexuales, misión en la que habría sido ayudado por su antigua amante y colaboradora Ghislaine Maxwell, hija del fallecido magnate de la prensa británica, Robert Maxwell. Epstein fue detenido a principios de julio. Le acusaron de haber puesto en marcha una red de tráfico sexual para explotar a menores, pero el pasado 10 de agosto apareció ahorcado en su celda.