TLta situación va a peor. Hace un par de días hubo otra réplica y ayer, otras dos. La de la anoche fue muy fuerte y la gente tiene mucho miedo. Incluso nosotros tenemos miedo. Estamos alojados en un zona a la que también afectó el gran terremoto, pero nos han acondicionado una casa y no nos podemos quejar tal y como está la situación. Estamos auxiliados por agentes de los ejércitos peruano y colombiano y dormimos a cubierto en un saco en el suelo.

Si no ves esto no te lo puedes imaginar. No hay nada; solo escombros. No funciona el transporte ni existen tiendas donde comprar. La gente se ha quedado sin hogar y tienen mucho miedo. Ni siquiera los enfermos pueden ir a la farmacia a comprar medicinas.

En el hospital de campaña que ha levantado el grupo de bomberos con el que estoy, que se encuentra dentro del propio recinto del hospital general, hemos logrado poner agua y luz. Y eso es ya es un gran avance. Cuando en nuestras casas disfrutamos de esos ´lujos´ no podemos ni imaginar cómo es la vida sin energía y sin tener para beber y asearte. Por eso, contar ya con agua y luz es un éxito y nos ayuda a hacer nuestra tarea.

Pero la coordinación es dificilísima. El centro de atención sanitaria es el hospital general de la capital haitiana. Estamos médicos de veinte países, con idiomas distintos y con diferentes metodologías de actuación. Pero más o menos se está empezando a normalizar el protocolo de intervención de los pacientes. Ya nos intercambiamos los casos entre los médicos y eso es un gran avance. En el pequeño hospital de campaña realizamos las intervenciones menores y luego pasamos a otra zona a operar junto con los americanos aquellas que tienen más complicación y que necesitan aparataje mucho más complejo.

Pero no nos llegan medicinas. Estoy seguro que las hay en los aeropuertos, pero no nos llegan al hospital y así es muy difícil poder atender a los enfermos. El único transporte desde los aviones al hospital es el de los ejércitos, y funcionan como funcionan, porque unos comparten las tesis de la ONU y otros no. No hay coordinación y ese es uno de los grandes problemas con que nos encontramos quienes estamos en Puerto Príncipe.

Cada día hacemos tratamientos de urgencia pensando en que alguien se ha curado, pero no es así. Ves a 1.500 personas en el jardín del hospital sin agua, sin luz y sin nadie que les atienda; que les dé la medicación que necesitan y sin un lugar donde marcharse porque han perdido a sus familiares y su casa.

No hay alojamiento físico para mantenerlos hospitalizados. Y lo peor: algunos que podían estarlo dentro no quieren por miedo a nuevos temblores de tierra y prefieren quedarse en la calle. Y hospitalizar al aire libre cuando no dispones de medios es para volverse loco.