"Vivimos una película de terror. Yo tengo dos niñas y si no fuera palestino lamentaría haberlas traído aquí". Ahmed tiene 42 años y habla de las dificultades en la franja de Gaza, y cómo el día a día ha empeorado desde el inicio de la segunda Intifada, hace cuatro años. Los niños son las principales víctimas de una violencia sin fin que en Gaza ha tenido especial dureza en los últimos meses.

El 28 de septiembre del 2000, Ariel Sharon, entonces líder de la oposición, visitó la Explanada de las Mezquitas, tercer lugar sagrado para los musulmanes. La visita de Sharon desbocó una situación ya caldeada y que, según algunos analistas, se vio espoleada por la retirada de Israel del Líbano en mayo de aquel mismo año; los palestinos observaron lo que habían logrado sus vecinos de Hizbulá y se alzaron en armas. Cuatro años después, los palestinos afrontan situaciones al borde del abismo.

Vida y muerte en Rafah

Jamid, de 49 años, es cirujano en un hospital de Rafah, un lugar donde la vida y la muerte van de la mano desde hace mucho tiempo. Jamid explica que jamás se había enfrentado a heridas como las que ha tenido que ver en Rafah y recalca que lo que le ha dejado más huella son los numerosos niños, mujeres y ancianos a los que ha tenido que atender. Preguntado acerca de si no es mejor abandonar Rafah, dada su condición de padre de familia, responde, rotundo: "Yo soy palestino. Mi pueblo me formó como médico y yo debo ahora responder y ayudar a mi gente".

Las cifras son terribles. Betselem, una organización israelí de derechos humanos, asegura que en este tiempo han muerto 2.827 palestinos y 635 israelís. HDIP, el Instituto para la Salud, el Desarrollo, la Información y la Política, con sede en Ramala, cifra las víctimas mortales palestinas en 3.334 y en 1.008 las israelís (sin contar las de Yabalia, más de medio centenar).

Betselem aporta datos sobre las dificultades de movimiento impuestas por Israel a los palestinos. Así, además de aplicar una política de apartheid en 41 carreteras, que sólo pueden emplear israelís, existen unos 700 obstáculos entre puestos de control, barricadas, trincheras o montones de tierra.

Las restricciones, explica Ahmed, hacen la vida más complicada en la franja de Gaza. "Cuando se imponen los cierres no entra comida, ni medicinas, nada. Y los primeros en padecerlo son los niños que no entienden por qué ya no hay leche". Las escuelas no salen indemnes. Según HDIP, al menos 298 escuelas han sido asediadas o allanadas durante la Intifada.

Esta revuelta palestina se recordará por la construcción del muro que ha confiscado tierras, acuíferos, destruido pozos, dividido pueblos enteros, y convertido en cárceles al aire libre numerosas poblaciones palestinas. Un muro que el Tribunal Internacional de Justicia de la Haya catalogó hace meses de "ilegal".

Israelís y palestinos afrontan el quinto año de Intifada con numerosas incógnitas: elecciones municipales palestinas, un plan de evacuación, un futuro incierto para Sharon y aún mayor sobre el destino del presidente palestino, Yasir Arafat.