El primer ministro francés, Dominique de Villepin, que compareció ayer ante la Asamblea Nacional durante la tradicional sesión parlamentaria de preguntas y ruegos al Gobierno, se mostró ayer, en tono combativo, dispuesto a "responder a las inquietudes y aspiraciones" de los franceses. "He escuchado el mensaje que nos envían" los ciudadanos, subrayó, aunque evitando pronunciarse sobre el fondo de la crisis social francesa, que sigue abierta.

"QUIEREN RESULTADOS" "Los franceses quieren resultados, y luchamos por conseguirlos", aseguró Villepin, quien evitó cuidadosamente anunciar nuevas medidas concretas para atajar la crisis social debido al escaso margen de maniobra de que dispone. Sólo recordó que su Gobierno ha diseñado un presupuesto para el próximo año totalmente consagrado "al empleo y a potenciar el poder adquisitivo" de los ciudadanos.

Bajo la fuerte presión de la oposición de izquierdas, que señaló que la movilización de ayer era el resultado de un "fiasco" de la política social del Ejecutivo, Villepin respondió que el "mensaje" de la calle "se dirige a todos, al centro, a la derecha y a la izquierda", y acusó al anterior Gobierno de izquierdas de ser el de "la impotencia".

El primer ministro espera que la acción del Ejecutivo traerá el año próximo un crecimiento económico del 2,25%, lo que le permitirá poner en marcha su programa de "crecimiento social". No obstante, no se comprometió con nuevas medidas para responder a las revindicaciones. Socialistas y comunistas advirtieron del riesgo de que las protestas de ayer degeneren en "movilización general" contra el Ejecutivo, a lo que Villepin respondió aconsejando "más humildad" a los diputados de izquierda en Francia para que "no cedan a la tentación de la política politiquera".