"Sarkozy está acabado, si los periodistas hacen su trabajo, no sobrevivirá". La frase, atribuida a Dominique de Villepin en el año 2004, ilustra el regocijo del exprimer ministro ante la aparición del entonces ministro de Economía y hoy presidente francés en un listado bancario con los nombres de políticos y empresarios sospechosos del pago de comisiones ilegales por la venta de unas fragatas a Taiwán. Cinco años más tarde, los investigadores han hecho su trabajo, y el venenoso comentario del entonces ministro de Exteriores y futuro primer ministro se ha girado en su contra. El lunes, Villepin se sentará en el banquillo de los acusados procesado por conspirar contra su eterno enemigo con el objetivo de cerrarle el paso a la jefatura del Estado. El juicio del caso Clearstream --que toma el nombre del fondo de compensación, con sede en Luxemburgo, cuyas listas fueron manipuladas para incluir a Sarkozy-- es el paradigma de la lucha de poder entre ambos.

Un laberinto digno de una novela del escritor Frederick Forsyth. Con un delator, Jean-Louis Gergorin, vicepresidente de EADS, el fabricante de Airbus, que filtró las listas al juez que investigaba el caso de la venta de las fragatas. Inmerso en una guerra empresarial por el poder en EADS y buen amigo de Villepin, Gergorin fingió haberse hecho con unos listados donde figuraban los nombres de sus propios enemigos. Para que la documentación falsa fuera verosímil, contó con la colaboración de un informático que había trabajado para los servicios secretos franceses, Imad Lahoud. Este ha acabado confesando que introdujo a Sarkozy en los listados, para lo que utilizó el segundo apellido del presidente: Nagui-Bocsa. "El complot contra Sarkozy se montó con el conocimiento de Villepin", ha declarado.

TESTIMONIO DE RONDOT El hombre a quien el exprimer ministro encargó comprobar la validez de la relación bancaria no era otro que el general Philippe Rondot, maestro de espías y consejero de información del Gobierno. En el 2006, Rondot admitió haber recibido órdenes de Villepin para investigar las listas. En sus cuadernos quedan claras las dudas del general sobre la autenticidad de las listas y de los oídos sordos de su jefe. Según Rondot, Villepin invocó "instrucciones" del entonces presidente, Jacques Chirac. Pero este negó que hubiera ordenado investigar las listas de Clearstream.