Cadáveres despedazados y escombros estaban ayer esparcidos por las calles de la capital comercial de Turquía, Estambul, después de que la explosión de dos coches bomba hace menos de una semana sumergiera a la ciudad en un estado de conmoción.

"Supimos que era una bomba cuando vimos volar un brazo por la ventana", dijo un médico en una clínica cercana al lugar de la explosión. Los restos de un torso humano permanecían en la calle a unos 250 metros del cuartel general del banco británico HSBC, objetivo de una de las explosiones en el centro financiero de Estambul. La explosión hizo añicos las ventanas de la lujosa zona de oficinas y residencias.

Otro artefacto provocó un gran cráter en la calle y envió una columna de humo por encima del consulado británico. Quedaron destruidos la verja de entrada y el muro que rodea el edificio del siglo XIX en la ciudad comercial y centro de la actividad nocturna.

HUELLAS DE AL QAEDA Al menos 27 personas murieron en los atentados, añadiendo más dolor a la ciudad que todavía se encuentra de duelo por los 25 fallecidos en el ataque muy similar que tuvo lugar el pasado sábado contra dos sinagogas. Como con las sinagogas, fuentes oficiales creen que los ataques de ayer llevaban las huellas de la organización terrorista de Osama bin Laden, Al Qaeda, que han sido cuidadosamente coordinados y perpetrados por suicidas.

Mientras que los objetivos del sábado fueron judíos, ayer las bombas se dirigieron aparentemente contra intereses británicos, aunque la gran mayoría de las víctimas fueron, de nuevo, turcos y musulmanes.

"Escuché una fuerte detonación. Pensé que era un terremoto", declaró Adnan Akyildiz, en el consulado. "Me tiré por la ventana. La escena era horrorosa; el edificio estaba todo derruido. Había un coche en llamas", añadió Akyildiz. "Entonces busqué a mis amigos, vi a cuatro limpiadores muertos; dos de ellos eran marido y mujer", acabó de relatar este empleado.

Varios testigos explicaron que una furgoneta verde con el nombre de una empresa de alimentación cruzó la verja del consulado y explotó, utilizando la misma técnica devastadora del pasado sábado. Un guardia de seguridad, como dos de sus colegas que trabajaban enfrente de las sinagogas, resultó muerto ayer al instante.

EXPLOSIVOS IDENTICOS La policía turca explicó que las bombas utilizadas eran las mismas que en los ataques contra las sinagogas. Se trata de una mezcla de compuestos químicos y combustible que desprenden en el aire un fuerte hedor.

"Fui despedido de mi asiento y los cascotes de mi oficina me cayeron encima. Había humo y polvo por todas partes. Se me cogió a la garganta, y pensé que me estaba envenenando", comentó Abidin, que estaba trabajando en su oficina situada cerca del consulado británico. Las madres de los niños de las escuelas cercanas fueron a buscarlos rápidamente.