Las autoridades francesas parecen impotentes ante la explosión de violencia que desde hace ocho días sacude los suburbios de la región parisina con centenares de coches quemados y enfrentamientos entre bandas de jóvenes y las fuerzas antidisturbios en el más puro estilo de guerrilla urbana. La situación en la periferia de la capital está bloqueada a pesar de los llamamientos a la calma y se ha extendido a otras regiones. Un sindicalista de la policía tildó los disturbios de "nueva forma de terrorismo urbano".

El hecho es que el balance de los daños de la última noche son escalofriantes. Según el Ministerio de Interior, la noche del jueves al viernes, bandas de jóvenes encapuchados pasaron a la acción "con una estrategia clara de guerrilla urbana" e incendiaron un total de 519 vehículos y cinco grandes almacenes de los alrededores de París. Siete vehículos fueron incendiados también en el interior de la capital sin que se haya podido determinar que estén relacionados con la revuelta de los suburbios. Pero lo peor es que la protesta se propaga a otras regiones francesas. En Trappes, por ejemplo, cerca de Versalles, asaltaron un depósito de autobuses urbanos y quemaron 27 vehículos. En Rouen, Dijon y en la región de Marsella también se registraron incidentes, con 80 coches quemados.

PISTOLAS DE PERDIGONES Al este de París, policías antidisturbios fueron agredidos con pistolas de perdigones. Una persona disminuida física fue gravemente herida cuando una banda de chicos asaltó un autobús para quemarlo. El tráfico de una de las principales líneas de RER (tren de cercanías que comunica la ciudad con el aeropuerto de Roissy) fue seriamente perturbado al negarse los conductores a trabajar por miedo a agresiones. La policía detuvo a 78 jóvenes.

Para Bruno Beschizza, responsable del sindicato Synergie de oficiales, se trata de "una nueva forma de terrorismo urbano" de "una minoría que tienen intereses financieros o ideológicos" en estos barrios. Según él, "los islamistas radicales han entrenado y manipulado a algunos de estos jóvenes al principio de los incidentes tras la muerte el jueves de la semana pasada en circunstancias poco claras de dos menores en Clichy-sous-Bois".

Muchos de los jóvenes implicados en los enfrentamientos reclaman ahora claramente la dimisión del Ministro de Interior, Nicolas Sarkozy, que los trató de "chusma" y antes de que comenzaran los disturbios se declaró dispuesto a "limpiar con un karcher" potente chorro de agua los suburbios. Según Sarkozy, se trata de "bandas perfectamente organizadas", algo que desmintieron ayer fuentes policiales sobre el terreno. Para el diario Libération , los violentos "son pequeñas minorías de jóvenes cuya única estrategia es la de responder a Sarkozy".

TEMOR ENTRE MUSULMANES La comunidad musulmana y los habitantes de los barrios afectados están indignados por una situación que nadie parece controlar. El alcalde centrista de Drancy (norte de París), Jean-Christophe Lagarde, teme una "explosión", que puede ser "incontrolable".

Para el alcalde socialista de Evry, Manuel Valls, "hay que reinstaurar el orden, pero también enviar mensajes de esperanza para todos los que sufren". Hay que evitar, según él, "nuevos parches" y abrir un "verdadero debate sobre la cuestión".

NUEVO "PLAN DE ACCION" El Gobierno, que ha multiplicado los llamamientos a la calma y al diálogo, ha comenzado a preparar un nuevo "plan de acción" para las zonas urbanas sensibles sinónimo de pobreza y de una alta tasa de paro. El propio primer ministro, Dominique de Villepin, recibió ayer a una delegación de unos 15 jóvenes representativos de los barrios para discutir las medidas a adoptar para salir de la crisis. Villepin y Sarkozy se volvieron a reunir, pero los dos mantuvieron una actitud más discreta que en los días anteriores, cuando pusieron de manifiesto sus diferencias y sus ansias presidenciables.