El atentado suicida de ayer en la ciudad santa chií de Kerbala, donde murieron al menos 21 personas, y el hallazgo de cerca de medio centenar de cadáveres, con señales de tortura y con impactos de bala en la cabeza, muestra lo lejos que está de remitir la violencia sectaria en Irak. En total, los enfrentamientos entre chiís y shiís se cobraron más de 70 vidas. En Bagdad, otros dos atentados cometidos con coche bomba causaron 10 muertos, la mayoría miembros de las fuerzas de seguridad. Entre tanto, el nuevo primer ministro iraquí, el chií Nuri al Maliki, ultima la formación del Gobierno de unidad nacional, que espera presentar al Parlamento a finales de esta semana.

La explosión de Kerbala se registró pasadas las nueve de mañana. Un suicida a bordo de un vehículo accionó la carga explosiva a menos de 500 metros de una mezquita y de un complejo gubernamental, situado frente a la principal estación de autobuses de la ciudad. A esa hora numerosas personas iban a sus trabajos y el lugar estaba lleno de gente. El atentado dejó más de 40 heridos. En Kerbala, situada a unos 108 kilómetros al suroeste de Bagdad, se levantan dos de los santuarios más venerados por la comunidad chií, el de Husein Ibn Alí y el de su hermano Abbás, nietos de Mahoma.

A LA ORILLA DEL TIGRIS Este nuevo atentado dirigido contra la comunidad chií, mayoritaria en el país, amenaza con recrudecer aún más la violencia sectaria que mantiene a Irak al borde de la guerra civil. En Bagdad siguen apareciendo cadáveres de personas asesinadas, por bandas sunís o chiís. Entre la noche del sábado y la mañana de ayer domingo, la policía halló 43 cuerpos. 28 de ellos aparecieron en barrios situados en la zona de Jarkh, en la orilla este del Tigris, río que parte Bagdad en dos. El resto fueron encontrados en el lado oeste, en el área de Rudafá.

Las autoridades evitan revelar a los medios de comunicación la confesión religiosa de los fallecidos, en un intento de frenar las represalias. Los sunís acusan a las milicias chiís, algunas ligadas al Ministerio de Interior, de estar detrás de los asesinatos de civiles. El desmantelamiento de los grupos paramilitares es uno de los grandes retos del primer ministro Nuri al Maliki. Ayer chiís, sunís, kurdos y las autoridades laicas siguieron con sus negociaciones para repartirse los cargos del nuevo Gobierno.

BOMBA JUNTO A UN DIARIO En los atentados de ayer en Bagdad, el más mortífero se registró en al barrio de Adhamiya, de mayoría suní. Un suicida hizo estallar el coche que conducía junto a una patrulla iraquí y mató a ocho personas. El otro coche estalló junto al diario Al Sabah . Hubo un civil muerto. En Mosul, tres policías cayeron en otro ataque.

Basora, donde el sábado fue derribado un helicóptero británico y murieron cinco iraquís en los enfrentamientos con las tropas, registró un día más tranquilo. Londres comunicó que cinco de sus militares murieron en el aparato y no cuatro como dijo el día anterior. Un marine de EEUU falleció tras sufrir un ataque en Anbar.