Cientos de manifestantes protagonizaron ayer violentos choques con la policía junto a la barrera de acero que protege la cumbre del G-8 en Gleneagles. La mecha la encendieron una treintena de activistas que intentaron forzar la entrada en el perímetro de seguridad. De los forcejeos se pasó a las piedras y los gases lacrimógenos, y de ahí al caos.

Por la mañana, en Stirling, cerca de Gleneagles, la policía cargó contra un grupo de unos 200 anarquistas que recorrieron el pueblo rompiendo los cristales de los coches y arrojando ladrillos contra las viviendas, además de dejar hecho pedazos un local del Burger King. Los violentos enfrentamientos terminaron con 60 detenidos y, de acuerdo con las autoridades, 8 agentes de policía heridos.

CARRETERAS CORTADAS Casi al mismo tiempo, grupos de activistas levantaron barricadas en las carreteras secundarias que conducen a Gleneagles, mientras que algunos consiguieron bloquear la principal autopista del centro de Escocia. Los incidentes obligaron a la policía a prohibir la principal manifestación del día, la que había de llevar a unos 5.000 altermundistas desde la localidad de Auchterarder hasta el lugar de la cumbre. La respuesta llegó casi inmediatamente. "La policía puede decir lo que quiera. Mantenemos la manifestación", señaló un portavoz de los altermundistas. La marcha, que estaba llamada a ser una protesta pacífica, derivó en los incidentes más violentos. Unos treinta manifestantes encapuchados se desprendieron del grupo y corrieron por el prado hasta la gran barrera de acero. Algunos llegaron a derribar unos seis metros de la verja y una torreta de vigilancia; en lo alto había un policía que tuvo que ser socorrido. Pero cuando los agentes intentaron controlar la situación, el grupo había recibido refuerzos y se había multiplicado. Fue entonces cuando se produjeron los incidentes más violentos.

Los activistas más violentos consiguieron de esta manera acercarse a menos de 600 metros del hotel donde anoche durmieron los ocho hombres más poderosos del planeta.