La desconfianza, el resentimiento y, en cierta medida, el racismo larvado que preside las relaciones entre los judíos y árabes de Israel se ha desbordado estos días en la ciudad norteña de San Juan de Acre. Desde el miércoles, ambas comunidades se han enfrentado en las calles destrozando comercios, incendiando casas y vehículos, e invocando a gritos la muerte de sus vecinos. Cientos de policías han tomado la ciudad para contener la violencia y 54 personas han sido arrestadas. Las autoridades temen ahora que los disturbios puedan extenderse a otras capitales de población mixta. El Gobierno israelí ha declarado una política de "tolerancia cero" con la violencia.