Sobre el papel, el discurso de respuesta de la oposición al del Estado de la Unión es un ejercicio prácticamente inane, previsible y, también, desagradecido. El que ofreció anteayer la demócrata Stacey Abrams, sin embargo, permitió no solo brillar a una estrella en ascenso en el partido, la primera mujer negra encargada en una de las dos principales formaciones políticas de la réplica, sino abrir una ventana a la hoja de ruta de los demócratas de cara a las elecciones presidenciales del 2020. Ese mapa, según el discurso de Abrams, pasa por la denuncia directa de acciones y políticas de Donald Trump en particular y de los republicanos en general, desde en inmigración y sanidad hasta en justicia económica, derechos sociales e igualdad. Y marca también un camino que muchos demócratas parecen decididos a seguir pese al debate interno irresuelto en la formación: hacer una oposición determinada y desde la izquierda como la que les dio buenos resultados en las legislativas, donde la resistencia contribuyó a la reconquista de la Cámara de Representantes. La propia Abrams no consiguió en esas elecciones de noviembre hacer historia en Georgia convirtiéndose en la primera gobernadora negra y precisamente el discurso del martes puso una parte importante de su foco en una de las causas de su ajustada derrota: los esfuerzos republicanos, labrados durante décadas pero intensificados en los últimos años, por dificultar y hasta suprimir el voto de las minorías, que suele favorecer al Partido Demócrata. «Desde hacer más difícil registrarse hasta trasladar lo cerrar centros de votación o rechazar papeletas legales, no podemos seguir ignorando estas amenazas por la democracia», alertó Abrams. «La supresión de votos es real».

El mero hecho de que Abrams fuera la elegida para dar la réplica, no obstante, es un símbolo de dónde se encuentran los demócratas. En el 2017 pusieron en manos de un moderado de Kentucky la respuesta al discurso inaugural de Trump ante el Congreso. El año pasado escogieron a Joe Kennedy III, progresista pero hombre, blanco y de una dinastía. Abrams, en cambio, representa a la nueva ola de voces decididamente a la izquierda y que ejemplifican la diversidad.

Habló del cambio climático y del control de armas, ausentes del de Trump. Defendió que la política «de compasión» con los inmigrantes no es lo mismo que abogar por fronteras abiertas y declaró que «América se hace más fuerte por la presencia de inmigrantes, no de muros». Denunció el racismo y los asaltos a la reforma sanitaria de Obama y criticó la reforma fiscal como «amañada contra los trabajadores». Y cuestionó duramente a Trump. Lo hizo por el reciente cierre federal del gobierno, que definió como «un truco maquinado por el presidente».