En la parte trasera de la casa hay una pista de tenis. En varios cubos en el jardín rebosan botellas de Moet, Louis Roederer y una incontable lista de variedades de espumosos. En la puerta, De y Paul Gray han aparcado su Mercedes deportivo. Y entre quienes se han acercado a brindar para celebrar el triunfo de Barack Obama está Toni Preckwinkle, una de las dos representantes de Hyde Park en el consejo de la ciudad de Chicago, una influyente política negra que The New Yorker describió como "testigo indispensable: cercana observadora, amiga y confidente durante un periodo de la vida de Obama que raramente llama la atención", sus años de ascenso en Chicago.

Cuando el presidente electo de Estados Unidos explica su victoria nunca olvida dar las gracias a "los hombres y mujeres trabajadores que escarbaron en los pocos ahorros que tenían y dieron 5, 10, 20 dólares a esta causa". Pero, junto a ese ejército de pequeños donantes, ha habido mucha gente como la reunida el miércoles en la elegante mansión de Barbara y Earl Bowles en la calle South Ellis, a solo unas manzanas de la casa de los Barack Obama, una zona ahora fortificada por barricadas y controles de los servicios secretos y la policía.

Son vecinos que llaman a los futuros ocupantes de la Casa Blanca, simplemente, Barack y Michelle. Y son personalidades de la vida intelectual, política y financiera de Hyde Park (la zona que acoge Kenwood, el barrio de los Obama, y la Universidad de Chicago) que han contribuido a hacer de la campaña una bestia de poder.

Pilas de cheques

Los Gray aparecieron en julio en una lista hecha pública por el equipo de Obama después de que The New York Times criticara la falta de transparencia del entonces aún candidato en sus donaciones más cuantiosas. Son parte de los llamados bundlers (un bund se traduce como un fajo de billetes), gente que --como explicaba el Times -- "pese a las limitaciones de 2.300 dólares (1.800 euros) para contribuciones individuales, colectan pilas de cheques de adinerados conocidos en una práctica que los críticos dicen que les da demasiada influencia". Su compromiso era recaudar al menos 250.000 dólares (195.300 euros). Batieron la marca.

El es una conocida personalidad en Chicago; galerista, entre otros, del artista catalán Jaume Plensa, autor de una de las obras que convierten Millenium Park, el céntrico parque de Chicago, en un envidiable museo al aire libre. Y durante dos años ha formado parte del Comité Nacional de Finanzas de la campaña de Obama, un grupo que participaba en conferencias telefónicas semanales y mantenía reuniones trimestrales con los estrategas del demócrata.

Testigo de excepción

Gray ha sido testigo de excepción en actos como la convención. Ha organizado en su casa fiestas de recaudación de fondos a las que ha asistido David Plouffe, el poderoso jefe de la campaña de Obama y uno de sus más cercanos asesores. Y gracias a esos contactos tiene línea de comunicación privilegiada con el nuevo presidente.

A través de Plouffe, Gray mandó hace poco un mensaje al nuevo candidato. "Que no pierda nuestros teléfonos cuando llegue al cargo". No es que tenga miedo. Intuye que el nuevo Gobierno no los olvidará. "Somos --dice-- demasiado valiosos".

Personalmente él, que nunca se había implicado igual en la vida política ni había trabajado como ahora para un candidato, está dispuesto a escuchar propuestas. "Nadie me ha contactado aún, pero si lo hacen estoy dispuesto a seguir trabajando", dijo el miércoles .