Centros de voto semivacíos; votantes apáticos y sin entusiasmo; ciudadanos y ciudadanas preocupados por las posibles represalias contra quienes decidan finalmente boicotear la votación. Y ningún atisbo de la enorme expectación popular que despertó la primera vuelta de los comicios presidenciales, celebrada el pasado mes de marzo. Frustrada cualquier expectativa de cambio político en Zimbabue tras la espantada del máximo dirigente opositor, el líder del movimiento para el Cambio Democrático (MDC), Morgan Tsvangirai, la atonía y la falta de interés se enseñoreó de la jornada electoral celebrada ayer en el país del Africa Austral, en la que, con total certeza, acabará proclamándose victorioso el actual presidente del país y jefe de Estado más longevo del continente: Robert Mugabe.

Que la tasa de abstención fue muy elevada lo confirmó el propio Marwick Khumalo, jefe de la misión de observadores enviada por el Parlamento panafricano. El propio Tsvangirai quiso hacer oír su voz el día de la elección, transformada en una farsa para legitimar al actual régimen, pese a que la comisión electoral no dio acuse de retiro a la retirada y mantuvo su nombre en las papeletas. El opositor abandonó unas horas la embajada de Holanda, donde está refugiado, para criticar con dureza las elecciones: "Lo que sucede hoy no es una elección; es un ejercicio de intimidación masiva en la que la gente está siendo obligada a votar", declaró Tsvangirai.

Consciente de que los resultados jamás serían reconocidos por la comunidad internacional, el líder opositor hizo un llamamiento a la prudencia. "Pase lo que pase, los resultados no serán reconocidos por el mundo; no importa a lo que os hayan obligado a hacer, sabemos lo que alberga vuestro corazón; no arriesguéis vuestras vidas; la victoria del pueblo puede ser retrasada, pero nunca será evitada", dijo.

SEGURIDAD EN EL TRIUNFO La votación se inició a las 7.00 (hora local, la misma hora que en España), y se prolongó hasta las 19.00 horas. El estado de ánimo de sus conciudadanos era muy diferente. "Mentiría si dijera que he votado; he introducido la papeleta sin marcar ningún nombre, todo lo que quería era tener un poco de tinta indeleble en el dedo", indicó Phebion Kangoni, mientras abandonaba un centro de voto en Chitungwiza, cerca de Harare.

Las intimidaciones estuvieron al orden del día. Partidarios del gubernamental Zanu-PF desfilaron por las calles de muchas localidades cantando canciones y lemas en favor de Mugabe.