El conflicto entre Estados Unidos y Venezuela escala en tiempos de coronavirus. Washington ha pasado de nuevo a la ofensiva y el presidente venezolano, Nicolás Maduro, envió a los norteamericanos un mensaje en el que, además de expresarles su «solidaridad» y «consternación» ante «las consecuencias de la pandemia» en el país, dice sentirse obligado a «alertarles» mientras «el mundo se enfoca en atender la emergencia del covid-19».

«El Gobierno de Trump, instrumentaliza una vez más las instituciones para alcanzar sus objetivos electorales y basándose en infamias bajo pretexto de la lucha contra las drogas, ha ordenado el despliegue militar más grande de Estados Unidos en nuestra región en 30 años, con el fin de amenazar a Venezuela y de llevar a nuestra región a un conflicto bélico costoso, sangriento y de duración indefinida», expuso Maduro.

El diputado Juan Guaidó, considerado por Washington y otros 54 gobiernos como «presidente encargado» de Venezuela, respalda la decisión de la Casa Blanca y reitera que no descarta la hipótesis de una intervención militar norteamericana para forzar la salida del poder de Maduro. A la par de la parafernalia bélica, Washington lanza otros globos de ensayo. Días atrás, el secretario de Estado, Mike Pompeo, propuso un entendimiento para levantar las sanciones contra Venezuela sobre la base de una normalización de las actividades de la Asamblea Nacional, encargada de crear un consejo de Estado del cual no podrían formar parte ni Maduro ni Guaidó.