El Gobierno yemení desea poner límites a la implicación de EEUU en la lucha en su territorio contra las fuerzas de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), ya que, de no ser así, podría aumentar el descontento de la población, de mayoría musulmana, con el régimen del presidente Alí Mohamed Saleh. Las autoridades de Saná intentan minimizar la ayuda de Washington con el mensaje de que sus fuerzas son capaces por sí solas de combatir el terrorismo, como dijo el ministro de Exteriores, Abu Bakr al-Qirbi.

En un comunicado hecho público ayer, el Ministerio del Interior yemení quiso dejar claro que "la seguridad en la capital y en las provincias es buena" y que "los extranjeros y las embajadas no tiene nada que temer". De hecho, EEUU decidió ayer abrir su sede diplomática en Saná, que ha permanecido cerrada dos días por amenazas de atentado.