Ante tropezones del calibre del que ha sufrido en Francia el proceso de construcción europea, de poco valen las consignas oficiales y los buenos propósitos. Por eso ayer el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, no se limitó a proclamar el socorrido "Europa no es el problema, es la solución", sino que también animó a los líderes comunitarios a "tomar nota" y meditar sobre el "malestar" que ha llevado a Francia a rechazar la Constitución europea. Una reflexión que, precisó, no debe detener el proceso de ratificación del Tratado en los restantes países.

El contratiempo que el no francés entraña para España se evidenció en la comparecencia de Zapatero en la Moncloa: una breve declaración institucional sin preguntas. Aunque recordó que los nueve países que ya han ratificado el Tratado --incluida España-- suponen "la mitad de los ciudadanos europeos", Zapatero animó a los líderes de la UE a "tomar nota del malestar que esta votación expresa" y redoblar esfuerzos para explicar los "derechos", "libertades" y "modelo social" de la Carta Magna.

Con "profundo respeto" hacia el veredicto de Francia --"país amigo, fundador y motor de la UE"--, Zapatero defendió el español --"hicimos lo correcto: apostamos por el futuro y dejamos de lado nuestros miedos"-- y añadió que el proceso de ratificación "debe seguir según las previsiones de la Constitución", hasta noviembre del 2006.

CHIRAC Y SCHR DER, A LA BAJA Fuentes del Gobierno reconocían ayer en privado que el fracaso cosechado en el referendo por el presidente francés, Jacques Chirac, unido al debilitamiento del canciller Gerhard Schröder ponen en peligro la apuesta española por el eje París-Berlín. Para compensar el distanciamiento respecto a EEUU tras la retirada de Irak y reequilibrar las alianzas exteriores del país, Zapatero ha basado su política exterior en el regreso de España al "corazón de Europa". Pero ahora que las arterias del motor franco-alemán parecen incapaces de tirar del carro comunitario, el Gobierno español asume que deberá complementar su complicidad con París y Berlín con otras alianzas.

La crisis presagia también un bloqueo en la negociación financiera que, según el Ejecutivo, dañará a España. En la cita de junio, Zapatero pretendía salvar hasta el 2011 parte de los fondos de cohesión que España recibe de la UE, pero con la situación actual juzga difícil un pacto.

El presidente del PP, Mariano Rajoy, aprovechó ayer el no francés para tachar de "gravísimo error" la política exterior de Zapatero y su "seguidismo inútil y perjudicial" del "eje perdedor", en alusión a París y Berlín.