El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, instó ayer a los jefes de Estado y de Gobierno presentes en la 17 cumbre de la Liga Arabe a que saquen adelante reformas democráticas en sus respectivos países. El jefe del Ejecutivo, que acudía como invitado de honor a la ceremonia inaugural de la cumbre, fue el tercero en tomar la palabra en el palacio de las Naciones, situado a las afueras de Argel, la ciudad que ayer y hoy alberga el encuentro. En la tribuna, Zapatero aseguró que "la libertad, dentro del marco del Estado de derecho, es la mejor barrera contra el fanatismo".

"No se debe temer a la libertad," insistió Zapatero ante una audiencia de estadistas árabes en la que apenas había líderes elegidos democráticamente y que, en cambio, sí contaba con una colección de dictadores y monarcas absolutos.

ILUSTRAR EL CAMBIO Para ilustrar que ese cambio es posible, el presidente español puso como ejemplo las elecciones celebradas en Irak y Palestina. "Digámoslo alto y claro, no hay incompatibilidad entre la democracia y el mundo árabe".

En la primera alocución de un presidente español ante la Liga Arabe, Zapatero defendió la necesidad de mejorar la situación de la mujer. "Cuantos más derechos tiene reconocidos la mujer, más estable, más próspera y más educada es la sociedad", dijo, en una declaración que debió chirriarles a los dirigentes de países como Arabia Saudí y Kuwait, donde a las mujeres se les prohibe votar o viajar solas.

Ante, entre otros, el rey Mohamed VI de Marruecos, el líder libio, Muamar El Gadafi y el presidente egipcio, Hosni Mubarak, Zapatero dejó claro que islam y terrorismo no tienen nada que ver. "El islam es un pacífico elemento de identidad", dijo.

Además, alertó de que estigmatizar al islam "pone injustamente bajo sospecha a colectividades enteras". Zapatero avisó de que, si no se actúa, entre Oriente y Occidente se alzará "un muro más sutil que el de Berlín." Como alternativa a esa lógica de enfrentamiento, ofreció a los dirigentes árabes su proyecto de alianza de civilizaciones, cuyo objetivo es "buscar el sustrato común" para acercar Occidente y el mundo árabe.

Zapatero pidió a los países de la Liga Arabe que se implicaran en este proyecto y explicó que su Gobierno trabaja con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, para crear un grupo de alto nivel que aplique la iniciativa.

ERROR FINAL Sin embargo, al final de su discurso, Zapatero cometió un notable error histórico que suscitó la hilaridad entre los presentes. El presidente acabó con unas palabras del historiador Ibn Jaldún, al que equivocadamente definió como andalusí, cuando en realidad nació en Túnez. El presidente argelino, Abdelaziz Buteflika, comentó con ironía: "Tantos años discutiendo sobre si Ibn Jaldún nació en Túnez o Argelia, y ahora Zapatero se lo lleva a España".

Zapatero conversó con el presidente sirio, Bashar al Asad, y le pidió que interceda ante los grupos palestinos para que se comprometan con la paz.