"Tengo la obligación de acercarme al pueblo el fin de semana". Lo que parecía la frase de un rodríguez era la decisión del depuesto presidente hondureño, Manuel Zelaya, que, tras considerar "totalmente fracasado" el diálogo de San José de Costa Rica, iba anoche a iniciar en Nicaragua viaje por tierra hacia la frontera, para intentar entrar mañana a su país con su mujer e hijos. "Voy sin arma y pacíficamente a buscar que a Honduras vuelva la paz y la tranquilidad", dijo Zelaya. Su camino apuntaba hacia el puesto fronterizo de Las Manos, que ayer se llenó de policías.

El líder depuesto responsabilizó al jefe del Ejército al que no pudo destituir, Romeo Vásquez, y a los "militares golpistas" de "cualquier daño" que puedan sufrir él o su familia. Asimismo, pidió más presión internacional contra los golpistas.