Rusia disputará una semifinal olímpica de tintes históricos el próximo jueves ante los Estados Unidos que, durante tres cuartos enteros, también estuvo abierta a la selección femenina de España, superada finalmente por el mismo equipo que el año pasado, en la final del Europeo 2007, la relegó al segundo escalón del medallero.

El carácter de las subcampeonas de Europa brotó como una bolsa de petróleo recién perforada y permitió treinta minutos de intensa lucha. Las chicas del equipo absoluto español conforman un conjunto que es todo corazón y ambición y que sabía, sin ningún género de duda, que para derrotar al combinado ruso necesitaba vaciarse, algo en lo que ha demostrado ser un verdadero especialista en numerosas ocasiones. Asumía que la noche iba a ser larga y peliaguda.

La final del Europeo 2007 en Italia cayó del lado ruso por un margen bastante ajustado (74-68). En la preparación de los Juegos chinos, el pasado julio, España se impuso a las rusas en el Torneo de Moscú por diecisiete tantos (90-73) y la selección femenina salió sin complejo alguno a buscar las semifinales pese a que en el histórico de encuentros entre ambos bloques la ventaja correspondía, y corresponde, al conjunto adiestrado por Igor Grudin (cinco triunfos y tres derrotas en los ocho encuentros a la semifinal olímpica de Pekín).

La selección nacional sólo concedió una ventaja en toda la primera parte (3-2) que desapareció en las brumas de un 1-6 (4-11 m.5) agrandado hasta una serie de 7-19 en el primer cuarto (10-21). España desplegaba una defensa de libro, como en las noches precedentes dentro de los compromisos de la primera fase -salvo en la segunda parte ante los Estados Unidos, que impusieron su ley como un tanque-.

El seleccionador español, Evaristo Pérez, además, contaba con un arma de alcance intercontinental: Amaya Valdemoro. La alero española ha jugado en la liga de las ex soviéticas con el Samara y conoce mejor que bien a las integrantes del combinado campeón de Europa. La irrupción de Valdemoro en el choque puso a España en órbita. La madrileña ha superado muchos problemas físicos en el campeonato hasta que ha cogido el ritmo, pero sus prestaciones al final de la ronda inicial ya respondían a lo que en ella es normal. Apareció sobre el parqué a falta de tres minutos para la bocina del primer corte y, siete minutos más tarde, ya sumaba diez tantos en el acta.

España había establecido poco antes la mayor distancia de la noche. Un 12-30 que exigía frotarse los ojos para admitirlo como algo real y no confundirlo con un espejismo. Rusia bordeaba el filo del precipicio y no es campeona de Europa por mera coincidencia. El material humano que maneja supera al que adiestra Evaristo Pérez en centímetros, en músculo y en cantidad. Pero la formación española, cuya valía viene avalada por cuatro medallas consecutivas en las citas continentales europeas (tres bronces y una plata), rezuma poderío mental. Estas mujeres derrochan fe y casta. Estaba más que preparadas para la inevitable remontada rusa y batirse en el cuerpo a cuerpo.

Contuvieron el incesante acercamiento de las ex soviéticas hasta los últimos compases del tercer periodo, cuando Oxana Rakhmatulina subió la segunda renta positiva de las rusas al marcador veintiséis minutos después del 3-2 (50-49 m.28). La eliminatoria, a golpe de rachas alternas, por fin deambulada por el terreno de la lógica (51-51 m.29). El intercambio de golpes atravesaba un apogeo pleno. Rebekka Hammon lanzó un órdago psicológico al equipo español desde el arco de triples (54-51) y, acto seguido, Ana Montañana replicó al otro lado del campo (54-54), así que Rusia y España se citaron para librar un duelo al sol en el último y definitivo asalto, abierto con un punto de renta para las de Igor Grudin (56-55) y muchos problemas en ataque para la selección de la 'eñe'.

La zona rusa causaba estragos y daba alas a los contragolpes y la velocidad que Hammon y Tatiana Schegoleva, principalmente, conducían hasta la red de España (61-55 m.33). Las rusas, además, abrieron una brecha dentro de la pintura que también producía una sangría de rebotes ofensivos. El conjunto español tardó casi tres minutos en mover el tanteador al principio del periodo final (66-56 m.34). La semifinal se alejaba a pasos agigantados hacia Moscú y hasta allí viajó pese a la bravura de las internacionales de la furia. El podio del Europeo 2007 refleja un hecho indiscutible que volvió a ponerse de manifiesto en Pekín. Rusia es mejor que España, que es el segundo mejor equipo del Viejo Continente y que ha sido un dignísimo cuartofinalista de los Juegos Olímpicos chinos.

El mero hecho de haberse clasificado para los Juegos ya había supuesto todo un éxito para el baloncesto femenino español, el único de Europa que ha tenido a sus dos equipos en liza en la capital china. España ha caído en cuartos con las chicas. Los chicos aún están. Rusia continúa con las chicas, pero el equipo masculino no ha podido pasar de la primera ronda. Dos grandes países de la canasta que están condenados a verse muchas más veces sobre la pista de las citas importantes.