David Cal, actual campeón olímpico y mundial, había estado muy inquieto durante los últimos días en Pekín. Eran los nervios del debut. El hecho de desconocer el nivel de sus rivales. Incluso dudaba de su preparación. No había tenido buenas sensaciones desde que llegó al parque olímpico de remo y piragüismo de Shunyi. Cal, que había realizado una preparación modélica en Salamanca y había adelgazado ocho kilos hasta los 84, su peso ideal en las grandes citas, deseaba competir cuanto antes. Comprobar que va fino, saber del estado de sus rivales, que se ocultaron en los últimos meses y apenas compitieron. Ayer salió a por todas en las eliminatorias de C1-1000, su prueba favorita. Lo dio todo y se sorprendió de su estado de forma: arrasó. Cal obtuvo el pase directo a la final del próximo viernes.

"Salí fuerte y los rivales pasaron un poco de mí. Creo que se han guardado fuerzas paras las semifinales", apuntó un sonriente Cal, que se sorprendió de la facilidad con la que ha superado al alemán Andreas Dittmer, poseedor de cinco metales y su gran enemigo en la final. Dittmer se dejó ir cuando vio tan lejos al español al superar los 500 metros y entonces se dedicó a controlar la posición. "Hay gente a la que le gusta competir para ir entrando en competición. Yo no; yo cuanto antes esté en la final, mejor", apuntó el pontevedrés refiriéndose a Dittmer.

AGUA CALIENTE El palista español bajó el ritmo cuando comprobó que nadie le podía disputar el primer puesto. Tampoco era cuestión de mostrar todo el poderío de sus paladas a los rivales. "Al final bajé un poco el ritmo", reconoció, contento con el agua caliente del campo de regatas, que hace que los botes vayan más rápidos. "Sí, las sensaciones han sido buenas y ahora estoy más seguro", comentó aliviado. Necesitaba un buen debut para debut para ahuyentar los fantasmas de una posible mala preparación. Ahora, tiene otro deseo para el viernes. "Ya que estuve aclimatándome al calor en Salamanca, ya podía hacer más calor aquí", dijo.