De ignoto a canción del verano en dos semanas. El himno chino ha acompañado el izado de una bandera roja estrellada 51 veces en los JJOO. China ha confirmado las quinielas de los expertos, que aquí nadie se atrevía a secundar por prudencia. Al medallero de Pekín le sobran argumentos históricos: China ha roto la dualidad Estados Unidos-Rusia que se repartió el liderazgo en los últimos 15 Juegos y ha logrado el mayor número de oros desde los 55 de la URSS en Seúl-88.

El reinado se antoja largo, por la suma de la demografía a los medios que permiten la cuarta economía mundial. Las declaraciones de los responsables de EEUU digieren el final de los días gloriosos y preparan para una travesía por el desierto sin salida a la vista. La progresión deportiva de China sigue el paso político-económico, como siempre ha sido: la pérdida de influencia rusa es paralela a su caída en los medalleros.

LA RETIRADA DE LIU XIANG El dominio chino en algunas disciplinas ha sido desmotivador. En pimpón y salto de trampolín han acaparado todos los oros. En gimnasia han conquistado nueve de los 14, solo por detrás de los 10 oros rusos en Seúl. El equipo de la redención en China es el de gimnasia masculino, vilipendiado tras el solitario oro de Atenas y ensalzado hoy por haber perdonado solo uno en Pekín. Bádminton o taekuondo también han sido propicios. Aunque hay sombras. Al saco de medallas le ha faltado el broche del tartán tras la retirada del vallista Liu Xiang. Yao Ming ha llegado hasta donde la lógica indicaba, pero la dimisión de Liu ha dolido. Sigue el estancamiento en deportes de equipo.

Sun Tzu ya mostró el sendero 2.500 años atrás: la confrontación directa debe evitarse, la mejor victoria es la lograda sin siquiera la lucha de ejércitos. Las enseñanzas de El arte de la guerra sirvieron a generales durante siglos y hoy a altos ejecutivos. Los equipos chinos y de EEUU se han encontrado raramente. Sus tradiciones deportivas son diferentes, y China ha hecho poco por acercarlas. Su Proyecto 119, diseñado pensando en Pekín, buscaba metales en disciplinas esquivas y de poco interés global. La presencia de EEUU en ellas es escasa. Así, la derrota estadounidense no es achacable a China. Son otros países los que han esquilmado sus caladeros, como Jamaica el de la velocidad. Tampoco el boxeo les ha dado los metales previstos. "Los chinos están ganando un montón de medallas, pero no nos las están quitando a nosotros", resumió Meter Ueberroth, director del comité olímpico estadounidense. El histórico Ueberroth tuvo un papel clave en el regreso olímpico chino, en Los Angeles 84, y desde entonces no ha dejado de alabarlo.

EXITOS FEMENINOS El éxito descansa en una red de 3.000 escuelas desperdigadas por todo el país que filtran a las promesas en edades tempranas. El sistema se había puesto en duda desde la perspectiva doctrinal. China es uno de los pocos países que persevera en el modelo soviético, visto desde algunos sectores como a contrapelo en la modernidad que reclama China. También es caro: según el ministerio de Deportes, cada oro le cuesta a China unos cinco millones de euros. "Si no se ha cambiado aún es porque cuando el debate estaba en su punto álgido, a Pekín le dieron los JJOO", dijo un funcionario.

Expertos occidentales han recordado sus beneficios: los estudiantes reciben entrenamiento, alojamiento, manutención y un pequeño salario. Los atletas de disciplinas menos glamurosas también pueden dedicarse en exclusiva a su deporte. El 95% de los campeones olímpicos chinos son hijos de este sistema, que no contempla la generación espontánea.

En un país aún con discriminación laboral, más de la mitad de las medallas vienen de mujeres. "Es el mejor método para un país pobre. En EEUU, los atletas tienen que pagarse el entrenador, aquí lo suministramos todo gratis. A cambio, exigimos dedicación exclusiva y esfuerzo desmedido", explica Shi Fenghua, subdirectora de la escuela Sichahai, donde entrena la elite en régimen de internado.

Es probable que el éxito chino enmudezca el debate: nadie cambia de caballo cuando va en cabeza. "El sistema ha mejorado, ahora también proporcionamos educación a los atletas para asegurarles un futuro. Copiaremos lo que funcione de Occidente, pero la esencia permanecerá", explica Shi. También el futuro deportivo es chino. La demografía, la estrategia milenaria y el apogeo económico vaticinan un dominio sin respuesta.