Se supone que José Manuel Calderón --en la imagen, con Felipe Reyes-- pasó ayer la hora y media más contradictoria de su vida deportiva. Por un lado, con la frustración de no poder ayudar a España por su rotura fibrilar; por el otro, el inmenso orgullo de pertenecer a un equipo ya legendario. La plata olímpica es un trofeo más en la poblada vitrina del base villanovense, al que sus compañeros quisieron homenajear en los últimos segundos pidiéndole a Aíto (sin éxito) que le sacase a pista de modo simbólico.

Unas horas después del choque, Calde escribía en su página de internet un emotivo análisis de lo sucedido en la final ante EEUU: "Hemos jugado un gran partido pero me quedo con el sabor agridulce de pensar que podíamos ganar, que podemos ganar. Hemos jugado de tú a tú contra los mejores jugadores del mundo, que han tenido que jugar como un equipo para ganarnos".También recuerda "un par de momentos en la segunda parte en los que he llegado a pensar que nos poníamos por delante y que el partido podía ser nuestro. No ha sido así, pero creo que esa impresión no ha sido solo mía". Dice además que "no es momento de hablar del arbitraje, de las lesiones de las ausencias", pero reivindica algo que se percibe con enorme facilidad:

"un par de momentos en la segunda parte en los que he llegado a pensar que nos poníamos por delante y que el partido podía ser nuestro. No ha sido así, pero creo que esa impresión no ha sido solo mía". "no es momento de hablar del arbitraje, de las lesiones de las ausencias", "España es un equipo; tiene un estilo definido de juego; juegue quien juegue, todos aportamos cosas positivas y por último, no se ha terminado ningún ciclo, sino que vamos a estar ahí durante mucho tiempo peleando por los títulos".