Kenenisa Bekele salió a disputar la final de 5.000 metros con la lección bien aprendida. En Atenas 2004 cometió un grave error, que le costó la medalla de oro en esta distancia. Creyó que Hicham El Gerruj estaría cansado tras su triunfo en 1.500. El marroquí había intentado ser campeón olímpico en Atlanta 1996, pero tropezó con el argelino Nourredine Morcelli y cayó sobre la pista al toque de campana. Fermín Cacho aprovechó también aquella circunstancia y se llevó la plata. En Sídney 2000, El Gerruj se encontró con el keniano Noah Ngeny en una forma extraordinaria y este le quitó el oro en la parrilla de llegada. Bekele no contemplaba que el marroquí se atreviera a ganar un segundo oro, pero lo hizo, adelantándole en la recta final, donde más duele.

El etíope salió ayer a desgastar a todos sus rivales para evitar que se repitiera su fiasco en Atenas. Hasta el segundo kilómetro, contó con la ayuda de su hermano Tariku y del tercer etíope en carrera, Abreham Cherkos. Pero el ritmo no era suficientemente castigador y se puso en cabeza, pasando el 3.000 en ocho minutos justos. Lento pero no tanto, porque la temperatura dentro del estadio era de 30 grados.

RITMO INFERNAL Su rival más temible era otro corredor de 1.500, el campeón del mundo de esta distancia y de 5.000 en Osaka 2007, el estadounidense de origen keniano Bernard Lagat. Bekele no consiguió descolgarle hasta el kilómetro cuatro. A partir de ahí, solo el keniano Eliud Kipchoge aguantaba su ritmo infernal. El etíope, como había hecho el día anterior Tirunesh Dibaba, cambió al toque de campana y cubrió la última vuelta en 53 segundos. Kipchoge no resistió y Bekele se colgó su segundo oro, el tercero en su historial olímpico, sumando el que ganó en Atenas en los 10.000. Su crono final, 12.57.82 minutos, indica cómo fueron sus últimos 2.000 metros, cubiertos en menos de cinco minutos, un ritmo vertiginoso teniendo en cuenta el calor sofocante.

GRAN DERROTADA La gran perdedora de la jornada fue la croata Blanka Vlasic. Tras 34 competiciones consecutivas ganando el salto de altura, dejó escapar el triunfo ante la belga Tia Hellebaut en la prueba más importante. Ruth Beitia fue séptima.

La última jornada de pista se cerró con un récord olímpico en lanzamiento de jabalina (90.57 metros) a cargo del lanzador noruego Andreas Thorkildsen. Por su parte, EEUU acabó mejor de lo que había empezado. Logró las dos medallas de oro del relevo 4x400, con un pletórico LaShawn Merrit.