El largo trayecto de Nina Ziva- nevskaia toca a su fin. A la nadadora que donó sus mejores éxitos a la natación española le quedan solo un par de zambullidas antes de despedirse de la competición. Hará su última aportación en los 4x100 estilos de los Juegos y luego se despedirá de las piscinas, tras quedar ayer fuera de la final de los 100 metros espalda.

"Quiero vivir como las otras personas, llevar una vida normal, porque el mundo de la competición es un mundo ficticio", aseguró la mujer que, tras ser madre el año pasado, puso todo su empeño en poder estar en sus quintos JJOO y los terceros como española, nacionalidad que adoptó por matrimonio en 1999. A los 15 años arañó una medalla de bronce en Barcelona-92 con el Equipo Unificado en los 4x100 estilos. Ahora, a los 31, Nina Alexandrovna Zivanevskaya --su nombre completo-- cree que ha llegado el momento de dar variar las prioridades de su vida.

"Tengo que jubilarme, hacer mi vida y quiero dedicar más tiempo a mi hija. La natación no es la vida real. Es un tiempo que he pasado muy bien, pero sacrificamos muchas cosas y ahora quiero vivir como una persona normal", aseguró Nina después de acabar con el decimoprimer mejor tiempo en las semifinales del hectómetro espalda.

Depresión en Atlanta

Ganó un bronce olímpico, en Sídney-2000, y fue campeona del mundo de 50 espalda en Barcelona-2003. Pero también tuvo disgustos, y una grave depresión en 1996 cuando fue expulsada de los Juegos de Atlanta al dar positivo de Bromantan, una sustancia enmascaradora que no aparecía en la lista de sustancias prohibidas. Conocer a su actual marido, Francis Medina la ayudó a superar la crítica situación.

Luego llegó la niña. Nació en el 2005, después de un embarazo en el que la madre engordó 17 kilos, y al año la pequeña ya nadaba. A finales del año pasado, Zivanevskaia regresó a los entrenamientos, y en el pasado Europeo de Eindhoven, en marzo, logró sus dos últimas medallas, plata en 50 y bronce en 100 espalda.