Nunca se sabrá qué habría ocurrido en esta Vuelta si Levi Leipheimer hubiese sido más rival que compañero de Alberto Contador. Más sudor, más esfuerzo y hasta alguna lágrima. El veterano del equipo, el estadounidense supuestamente antipático, contra el chavalín, el que corre con el futuro del ciclismo mundial en sus pedales. Agarrado a su estela de estrella, a unas bonificaciones, benditas sean, que jugaron a su favor, a su cabeza fría y a la absoluta fidelidad de un norteamericano, que merece un monumento en Pinto, Contador llegará hoy a Madrid de dorado. Y lo hará para ganar la Vuelta y pasar a la historia con un montón de sorpresas que le aguardan esta tarde junto al inmaculado rostro de la Cibeles.

Navacerrada, agarrada a la doctrina de la cronoescalada, estaba ayer lista para el festival de Contador. Los autocares de Pinto dejaron a centenares de personas dispuestas a aclamar a su vecino más famoso. Las siete revueltas, donde más se endurece la ascensión, entre Segovia y la cumbre, presentaban un aspecto más propio de Alpe d´Huez que de la castiza sierra. Todos gritando el nombre de Contador. Todos pintando su apellido, unido al de Delgado. Han pasado 20 años desde que el segoviano ganó el Tour y sigue siendo más popular que la mayoría de lo corredores que le han sucedido.

Y allí donde más gente había, allí donde más se aclamaba a Contador, allí donde más público trataba de correr a la estela del jersey dorado, Johan Bruyneel, el técnico del Astana, el consejero del pinteño, el que le da vueltas y más vueltas a la cabeza con el retorno de Lance Armstrong, el que miraba las referencias y veía que Leipheimer, pese a ser también pupilo suyo, estaba arañando algún segundo más de lo esperado, no tuvo otro remedio que coger el micrófono y mandar un grito a su joven líder: "Aprieta el culo, que te va la Vuelta". Por tan solo 46 segundos --idéntica recompensa en bonificaciones-- Contador superará hoy a su compañero Leipheimer. Las reglas son para todos.

¿Habría actuado Contador de forma distinta con otro reglamento? Pues seguramente sí, probablemente habría atacado más y desde más lejos. ¿Y si Leipheimer hubiera corrido en otro equipo Pues habría tratado de buscar una emboscada contra el líder. ¿Y si la victoria en el Tour no hubiese restado fuerzas a Sastre Pues el abulense habría aspirado a algo más que a un tercer puesto que lo dignifica todavía más tras su victoria en los Campos Elíseos. ¿Y si Valverde no se despista en Cantabria? Este es otro caso. Con el Bala más atento, Contador habría tenido que mojar el maillot más.

Lo que vale es que Contador, a los 15 meses de ganar el Tour, después de triunfar en el Giro, hoy vencerá en una Vuelta que, con todas las circunstancias expuestas anteriormente, se ha convertido en la ronda, de las tres sumadas hasta ahora, más fácil de conquistar.

A APRETAR Ayer, tuvo que apretar para no llevarse un susto inesperado. Fue segundo tras Leipheimer y precedió a Valverde --mismo tiempo para el murciano, que el domingo aspira a ser campeón del mundo, como Oscar Freire y Samuel Sánchez--. Contador hizo estallar Navacerrada y hoy igualará las gestas de Anquetil, Gimondi, Merckx y Hinault. A los 25 años inscribirá su nombre en la única gran ronda por etapas que le faltaba.

Los Tours del 2007 y el 2008 se resolvieron por segundos. El Giro de éste anduvo en el aire hasta el último suspiro. El primero y segundo de la Vuelta han quedado separados por 46 segundos. Así pinta el presente y el futuro de las grandes vueltas con los aires más puros del nuevo ciclismo. ¿Gestas imposibles? ¿Superhombres? Lo hay, Contador, pero con los pies en el suelo.