Khamzat Azímov tenía solo 4 años cuando su familia decidió abandonar Argún, la localidad de Chechenia donde había nacido, y exiliarse en Francia. Corría el año 2002, y la guerra entre los rebeldes separatistas y el Ejército ruso imposibilitaba una existencia digna en su patria chica.

Dos años antes, las tropas rusas habían retomado el control de Grozni, la capital, situada a tan solo 20 kilómetros, aunque eso sí, al precio de convertir sus calles en un asolado espacio atestado de gigantescas pilas de escombros y de conferirle la dolorosa etiqueta de ser la ciudad europea más destruida tras la segunda guerra mundial.

Durante los años posteriores a la conquista, fuerzas rusas y chechenas leales al Kremlin abrieron por toda la república chechena prisiones secretas donde se torturaba a los detenidos para extraerles confesiones sobre los insurrectos independentistas. Argún era una de las localidades más afectadas por las desapariciones, circunstancia que empujó a los padres de Khamzat a huir, según una investigación de Radio Free Europe.

Este tenía solo 4 años, es decir, carecía de uso de razón, cuando sucedieron aquellos terribles acontecimientos. Pero ello no fue óbice para que en mayo pasado, con 21 años, acuchillara a un viandante junto a la ópera de París e hiriera a otros antes de ser abatido por las fuerzas de seguridad francesas. Su nombre se añadió a la larga lista de chechenos vinculados al terrorismo internacional: los hermanos Djozhar y Tamerlan Tsarnaev, autores del atentado durante el maratón en Boston en el 2013 en el que murieron tres personas, o Abu Omar al Shishani, uno de los principles comandantes de Estado Islámico, muerto en el 2016... ¿Qué sucede pues en la desconocida Chechenia? ¿Qué causas están llevando a la radicalización de una parte sensible de su población?

En la frontera del antiguo Imperio zarista

Chechenia es una de las seis repúblicas que forman el Cáucaso norte. Son sujetos integrantes de la Federación Rusa, es decir, están bajo soberanía de Moscú, pero al estar formadas sus poblaciones por minorías nacionales, disfrutan de un marco competencial superior respecto a las regiones (oblast en ruso) o territorios (krai). Las repúblicas tienen un presidente a la cabeza del Ejecutivo local, mientras que, en las regiones, es un gobernador quien ejerce dichas funciones.

1,3 millones de habitantes

La república chechena cuenta oficialmente con 1,3 millones de habitantes, aunque muchos expertos dudan de las estadísticas debido al cataclismo demográfico que supusieron las dos guerras recientes. La población es mayoritariamente musulmana, en más del 90%. Hasta mediados de los años 90, se trataba de una versión del islam alejada del rigorismo imperante en Oriente Próximo. Era sobre todo una creencia religiosa vinculada a las cofradías sufís, de carácter espiritual e incluso místico.

Es un un territorio enclavado en una de las más heterógéneas regiones del mundo desde el punto de vista cultural y religioso. Pueblos que profesan la religión cristiana conviven con nacionalidades que han abrazado el islam, en un espacio de unos pocos miles de kilómetros cuadrados. La conquista del Cáucaso por parte del Imperio ruso se produjo en el siglo XVIII. Desde entonces, los chechenos han sobrellevado con dificultad la dominación de una potencia foránea.

La conflictividad entre el poder central ruso y la pequeña nación caucásica se ha prolongado durante el siglo XX, con tres episodios traumáticos muy presentes en la memoria colectiva chechena. En 1944, durante la segunda guerra mundial, nada más retirarse las tropas de ocupación alemanas, el pueblo checheno en su enteridad fue deportado en trenes a Asia Central, concretamente a las estepas de Kazajistán, bajo la acusación de haber colaborado con el invasor nazi.

Se calcula que de los casi medio millón de chechenos e ingushes -otra etnia caucásica muy próxima- forzados al exilio, una cuarta parte perecieron durante el traslado y en los primeros años del destierro. La operación fue ordenada por Josif Stalin y llevada a cabo por el NKVD, precursor del KGB, a cuya