-Usted es Chemi, con i latina...

-Síííí... Chemi de José Miguel. Como somos tantos en la familia, mi abuelo paterno siempre tenía por costumbre distinguir a todos sus nietos por un apodo, y el mío era Semi. Lo que pasa que tengo un primillo que tiene deficiencia psicomotriz y no pronunciaba bien la s, entonces toda la familia se adaptó a la ch de Chemi, que era la que él sabía pronunciar. Por eso tengo tanto cariño a mi nombre artístico.

-¿A que olía su infancia?

-A calle. Me crié en La Mejostilla en la época en que La Mejostilla era solo una calle: Simón Benito Boxoyo. Vivía en el 65 y mi vida era el colegio Extremadura, en Pinilla, irme a pelear con los del Diocesano, que fue cuando conocí a los actores Santi Senso y Alberto Amarilla (risas). Ahora los niños se crían con adultos, nosotros nos criábamos con niños. Hacíamos cosas de niños y la ley de la calle era la que primaba.

-¿De pequeño quería ser psicólogo? lo pregunto porque los actores tienen algo de psicólogos al fin y al cabo. Si ser actor tiene un sentido es el de ponerse en el lugar del otro...

-No quería ser psicólogo, pero sí, ser actor es sobre todo la capacidad de empatía con el personaje que tienes que interpretar, y eso te hace, de alguna manera, empatizar también con los demás. Es una de las cosas que siempre me ha llamado la atención de mi profesión, por eso creo que ser actor te hace mejor persona.

-Describa aquellos tiempos en los que empezó a ser actor, aquellas travesías de titiritero a bordo de infectos carromatos...

-Nunca mejor dicho porque soy un cómico de carretera. Lo de ser actor me vino indirectamente, me fui a Madrid porque quería ser cantante. Aquí en Cáceres tenía un grupo flamenco con Alberto Moreno y Aitor Moya. Me apunté a una escuela de canto y de interpretación pero el teatro me buscó. Me di cuenta de que quería ser actor, contar historias de la manera que fuera. La comedia es inherente a mí, siempre tuve la necesidad de sentirme aceptado, sabía que cuando los que tenía a mi alrededor se reían conmigo eran felices.

-¿Hablábamos de la infancia, pero cómo se ve usted a los 70?

-En el campo, en una dehesa, tranquilo, rodeado de mi familia, de los animales.

-Vive en Madrid... ¿va y viene a Cáceres en tren?

-Me gustaría utilizar un servicio ferroviario digno, pero no puedo y por eso voy en mi coche. Espero que esto evolucione y no sigamos en estas condiciones tan infrahumanas. Creo que Extremadura se tiene que levantar, pero ya.

-¿Cómo pasa que un día marca su teléfono Globomedia?

-Mi manera de entrar es muy pintoresca. Me llamaron. Estaba en casa preparando un guión porque me dedico a la comedia, a hacer monólogos en los bares, y de pronto me llamaron los directores de cásting Tonucha Vidal y Luis San Narciso, me conocían porque había hecho pruebas para una serie anterior, y me propusieron el personaje sin hacer cásting. Querían a alguien de Cáceres, que trasladara el ‘extremadurismo’ a la ficción porque piensan que al extremeño no se le conoce. Se trataba de darle un tinte callejero, algo distinto que saliera de los tópicos del andalucismo y del vasquismo.

SFlb-Así es como usted aparece los jueves en Televisión Española, de la mano de la serie ‘Estoy vivo’, de género policiaco que narra las aventuras de un policía que tras morir en acto de servicio regresa en el cuerpo de otro agente para acabar su misión de detener a un asesino psicópata de mujeres. Pretende, de alguna forma, ofrecer una visión mágica sobre la sociedad actual, con dilemas sobre qué pasaría si tuvieras ante ti a quien amas y no pudieras revelar quién eres en realidad...

-Creo que es un conflicto que muchos tenemos, aunque no lo llevemos hasta el extremo. Es una serie de segundas oportunidades, pero llevada a la ficción de calidad y al prime time. Vivimos en una sociedad en la que una segunda oportunidad es muy difícil. Hay mucha gente que está viviendo una vida y no puede expresar lo que realmente es o siente por miedo a la dictadura de lo políticamente correcto. Hace poco leí un comentario que decía que si esta serie la hubiera hecho Netflix, todos exclamaríamos: ‘Oh, maravillosa’, pero esta es producto nacional, que se emite en la tele pública, que es la que pagamos todos y que supone, sin duda, un antes y un después en la calidad en ficción.

-Además la banda sonora de la serie es ‘Humo’, de Pau Donés... ‘Ahora que cada suspiro es un soplo de vida robada a la muerte’, dice la letra, maravillosa por cierto.. ¿Qué hacer cuando piensas que la vida se te estaba escapando?

-Es una pregunta que me he planteado muchas veces, especialmente al leer los guiones. Pau Donés se inspira en su propia vivencia con el cáncer. En mi caso, vivirla. La vida se nos está escapando todos los días. Estamos rodeados de guerras, de una sociedad a veces muy sucia, y tenemos que tener conciencia de que nuestro día a día es el último. Así nuestra sociedad cambiaría y haríamos las cosas con un poquito más de pasión, que es lo que falta.

-Usted es ‘El Pollo’...

-Sí. Y muy contento de serlo. Es un personaje que es un regalo porque tiene mucho de mi yo creador. Es un tío de la calle y tiene sus códigos de comportamiento en base a unos antecedentes muy desestructurados. No se le atisba familia, va mucho a la cárcel por sus robos, pero tiene una profundidad y una vida muy interesante, por eso es un confidente. Su enlace, que es el actor Alejo Sauras, sí que ve en El Pollo mucha inocencia y mucha verdad, aun siendo delincuente, por eso le gusta tenerlo cerca.

-¿Es ‘El Pollo’ el personaje más difícil que ha tenido que interpretar?

-Más difícil, no, pero el que más reto me ha supuesto, sí. Es mi primer trabajo en ficción a este nivel en televisión, es un personaje tan bonito que me hace disfrutar como no lo he hecho nunca.

-Porque usted es cómico y hasta estuvo en ‘El rey de la comedia’...

-Así es. Llegué hasta la final del cásting representando a Cáceres y estuve también en el programa ‘Este no es un día cualquiera’, de Canal Extremadura Televisión, presentado por Chema Pizarro. Ser cómico es una filosofía de vida, es una manera de estar activo puesto que los cómicos necesitamos crear nuestro propio material, buscar la genialidad, la autenticidad. Ser cómico te mantiene activo, te mantiene escribiendo, y escribir es una herramienta muy buena porque sintetizas y aprendes a comunicarte. Y sobre todo porque la comedia es el mayor mecanismo de comunicación que existe, manda el subconsciente; es muy atractivo tener alguien delante y tú diciéndole dónde se tiene que reir.

-Ha escrito en su Twitter algo llamativo: «Me parece muy poco catalán usar una palabra en latín para definir la catalanidad: referéndum»...

-Es un chiste, una manera de decir que me parece muy hipócrita mucha gente independentista que proviene de otras tierras y está defendiendo una hegemonía de algo que ellos creen que es un país cuando realmente tienen raíces extremeñas, por ejemplo. Conozco a muchos charnegos independentistas que no tienen solidez en su esencia. Me cuesta mucho entenderlo porque soy una persona que amo mis raíces, mi cultura, que es ‘rendir culto a...’ Me parece un poco ilógico que tus padres se hayan dejado las manos cogiendo aceitunas y que tú estés ahora en Cataluña o hayas nacido allí y no tengas respeto por esas familias que lucharon tanto por ti. Es algo parecido a ese otro chiste «No entiendo el voto latino a Trump, dijo el charnego independentista».

-¿Pero cuál es a su juicio el encaje de Cataluña en España?

-Lo que ahora se está produciendo no es más que una manera de llamar la atención. Es muy fácil independizarse de tus padres e irte a la casita de la playa. No, si te quieres ir a la casita de la playa, vete, pero págala. Es decir, Cataluña no solo se construye con los catalanes, es una comunidad autónoma que se ha construido en base a mucha gente. Hagan un referéndum, sí, pero que decidamos todos. Ellos se han creído que Cataluña es de ellos, y no, Cataluña es de ellos y de todos los demás también.

-¿No le parece vergonzante que estemos hablando tanto del independentismo y que apenas haya espacio para el recuerdo de los muertos en las Ramblas?

-El atentado fue tan heavy que automáticamente no debería haber habido más propaganda para un referéndum ilegal, que es un golpe de Estado en toda regla.

-¿Usted cree en los políticos?

-A mí me cuesta muchísimo creer hoy en el poder, porque al fin y al cabo no dejo de ver que cada uno barre para su lado y el pueblo al final siempre sale perjudicado. Los políticos son cada vez más urbanitas, se olvidan de los pueblos porque no saben la fuerza que tiene un zacho.

-Hablábamos antes del latín. Son los clásicos nuestra mejor manera de entender el mundo. ¿Puede hablar de Mérida y de su festival de teatro?

-He tenido la suerte de trabajar en él y creo que es uno de los escaparates más importantes del mundo. Lo que se vive allí es un ritual. Estar en las piedras de Mérida es estar en muchos tiempos a la vez. Esas piedras emanan una energía que no existe en otro sitio nada más que allí, debajo de la diosa Ceres.

-Y eso que leemos poco a los clásicos, que nos olvidamos de su contemporaneidad...

-Cierto, y no dejan de ser conflictos idénticos.

-El amor, la pasión, la guerra, el odio, la muerte...

-Edipo Rey o Medea tenían unos conflictos que podíamos tener ahora cualquiera de nosotros. Lo que ocurre es que leer a los clásicos está muy denostado porque parece que si lo hacemos somos casposos y trasnochados, y tenemos que aparentar que somos muy modernos. Cervantes es el mejor escritor de la literatura, y sin embargo estamos con Oscar Wilde o estamos con Truman Capote, cuando realmente el Truman Capote español ha sido Chaves Nogales y nadie sabe quién es Chaves Nogales en este país. No tenemos ni idea del patrimonio cultural, literario y artístico tan inmenso que tenemos. Este país se conforma de muchísimas culturas que se han quedado. Y somos eso, y eso no hay que perderlo. El clásico es la guía espiritual de cualquier actor.

-Y luego está el flamenco, que es otra forma imprescindible de conocimiento. Ha dicho usted: «Camarón es Dios pero en guapo», qué maravilla...

-Sin duda (risas). Esa frase engloba todo lo que uno puede sentir por un tío que va más allá de ser un artista. Camarón siembra una manera de vivir. Y de hecho el flamenco hoy en día ha dejado de ser una música baja para ser una música culta, patrimonio inmaterial de la humanidad.

-Todo esto en su conjunto es usted, miembro, por cierto, de una generación de artistas cacereños que triunfa...

-Sí. Me gusta mucho que me metan en ese saco porque admiro a todos mis compañeros actores cacereños: Santi, Alberto, Juanan Lumbreras, Daniel Holguín que está abriendo fronteras y que lleva Cáceres como estandarte... Está también Guillermo Serrano, de Badajoz, que es grandioso como persona...

-¿Qué está pasando en el mundo para que Trump gobierne Estados Unidos, para que haya crisis de refugiados, para que Cataluña quiera irse de España?

-Muy fácil. Nos hemos acostumbrado a explicar las cosas en 140 caracteres, entonces nuestro corazón late a 140 pulsaciones y todo va a 140, superficialmente, no se profundiza. Es todo anécdota. Se ha dejado de hablar de un atentado como el de Barcelona en un día, dos, en una semana. Pasa algo muy grave y ese día es trending topic, pero al día siguiente se habla del pelo de Punset.

-Al hilo de esto, dicen los expertos que dar la cara es 34 veces más efectivo que escribir un tweet. ¿Por qué hemos sustituido la pantalla por el tacto y la mirada?

-Porque la pantalla es un gran atril en el que hay gente que se siente seguro, hay gente que piensa que el tacto no perdura. Ahora hablas con un amigo 20.000 veces al día por whatsapp, no profundizas con él, cosas que dejabas para el café ya las has hablado por whatsapp antes de quedar con él. Llegas a la cita y ya de qué mierda vamos a hablar.

-Y para terminar, dicen que lo más difícil de ser actor es no perder la honestidad con uno mismo. A tenor de esta entrevista parece que usted no la ha perdido...

-Es que me costó mucho encontrarla. Ser honesto con uno mismo es mirarse al espejo todos los días. Tengo una máxima, que me han inculcado mis padres y mi familia, y es la de ‘no le hagas al de al lado lo que no quieras que te hagan a ti’. Y eso es muy importante en la vida. Ser honesto contigo mismo es tu capacidad de decirte las cosas a la cara.