-¿Podría relatar su infancia?

-Nací en Las Palmas de Gran Canarias y fui, en ese sentido, una niña privilegiada, aunque perdí a mi padre muy pronto, yo tenía 7 años. Pero todos mis recuerdos de infancia giran en torno a él, me enseñó hasta hacer helados. Por lo tanto, toda mi infancia, en ese sentido, fue muy agradable.

-¿Cómo era su barrio?

-Fui una niña de la generación que jugaba en la calle. Eché mucho de menos que mi hijo no tuviera esa infancia. Por lo tanto, tengo recuerdos muy gratos de la plaza, del parque donde ibas a vivir gran parte de tu vida, que estaba marcada por tres elementos en mi cabeza constantemente: el parque, el cole y la playa.

-¿A qué se dedicaba su familia?

-Mi padre era importador de marisco. Mi madre, ama de casa, se quedó viuda muy joven y tuvo que afrontar cuatro hijos y una quinta que venía en camino.

-¿Y cómo lo hizo ella, ahora que tanto se habla de igualdad pero que se olvida el papel de esas mujeres que, como su madre, tuvieron que sacar una casa adelante?

-Bueno, creo que eso, obviamente, te marca, y pienso que mi madre fue una adelantada a su tiempo afrontando el papel de ambos lados, en ese momento muy difícil porque perteneció a una generación en la que no estaba ni siquiera planteado que una mujer llevara sola todo ese peso. Sin embargo, ella lo hizo y nos dejó esa herencia, la de afrontar las cosas. Ella muere cuando yo tenía tan solo 14 años, por lo tanto en mi casa asumimos un largo camino complicado, pero el resultado tampoco es malo.

-¿Y qué pasa en ese momento?

-A los 14 años me enfrento a una situación familiar dura, con dos hermanas pequeñas... Así que de mi necesidad hice mi profesión. Vengo de la industria del disco. Con 17 años ya estaba en la compañía multinacional de este país, CBS, que luego ha sido Sony. Tenía la responsabilidad de Canarias y a los 17 ya estaba en la mesa de decisión de los artistas que salían. Mi función se centraba en Canarias, en todo lo que conllevaba la promoción, la venta, la expansión de la compañía.

-¿Lo que me pregunto es cómo es posible que usted a los 17 diera ese gran salto?

-Por eso siempre digo que de mi necesidad hice mi profesión, porque a los 14 años trabajé con unas compañías pequeñitas, como Zafiro, por ejemplo. La música me gustaba, pero lo que tenía era necesidad de tener un trabajo, entonces a partir de ahí eso fue lo que hice y he hecho toda mi vida. Y tenía muy claro que mi vida profesional iba a estar siempre encauzada en la cultura. Ese salto a mis 17 años se dio porque en ese momento los de mi generación teníamos muchas cosas que hacer. Y yo estaba ahí. Así que me siento muy orgullosa de ser partícipe de los lanzamientos de aquel momento, de lo que se consumía en música y de la creación de muchos soportes del medio: fue el momento de los 40 Principales, por ejemplo, porque era el instante en el que se iniciaba la industria. Estamos hablando del año 73, estoy ya muy mayor, (risas).

-En un momento además en que usted fue coprotagonista generacional de ese paso de la dictadura a la democracia. ¿Cómo lo vivió?

-Para mí la llegada de la democracia, el derecho a votar, fue el tercer apellido. Me siento muy orgullosa de tener esa posibilidad de acercamiento a las urnas y de que tú tomas esa decisión que es única. Para mí sigue teniendo la misma importancia que cuando fui a votar por primera vez con 18 años. Siempre digo que soy de las que me arreglo cuando voy a votar (más risas).

-¿Qué recuerda de su paso por CBS, supongo que sería fascinante?

-Sí, lo ha sido. Participabas de la música de máximo consumo pero también descubriendo a Leonard Cohen, por ejemplo, o a gente como Santana, Chicago, Boston... Me formé de alguna manera oyendo toda esa música y luego, por otro lado, participando en el lanzamiento de Miguel Bosé, Cecilia, Los Pecos, etcétera, etcétera.

-Es verdad que su vida profesional ha girado en torno a la música, pero en los 90 también se vinculó a la danza y al teatro...

-Si vamos al simil flamenco, creo que he tocado todos los palos. Y una vez se lo dije a mi queridísimo José Mercé: «Tú tocas todos los palos, pero yo también los he tocado». Siempre digo que fui una de las primeras personas que presentó la dimisión en una multinacional porque me fui de CBS. A partir de ahí tuve una cadena de discos en el archipiélago y posteriormente monté una distribuidora de compañía de discos puntera, luego vino el video, luego vino el software... todo eso lo fui tocando. Y después, en el 90, tenía mucha inquietud por montar una compañía que pudiera crear cosas y así fue, y entonces creé DD&Company Producciones, que el año pasado cumplió su 25 aniversario. Y el teatro llegó como una especie de necesidad. Mi compañía se encargaba de programar a algunas compañías de la península. Un día, en un teatro durante un ensayo, me dije: «Pues me encantaría producir». Y en el último año y medio he producido tres espectáculos. En cuanto a la danza, es una inquietud. Tenemos el privilegio de ser para España los representantes de Alvin Ailey, que es la primera compañía del mundo de danza contemporánea.

-Y además ha producido discos con Grammy incluido por ‘La historia de un soldado’, de Stravinsky...

-Así es. En todo este tiempo he producido discos que me han dado muchas satisfacciones. En 2003 fui galardonada con el Premio Grammy Latino de la Música a la Mejor Producción Álbum Clásico por ‘Historia de un soldado’, resultado de un espectáculo basado en la obra de Igor Stravinsky. Era la primera vez que se versionaba en español, estaba coproducido por el Auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas, en donde se representó en diciembre de 2002 bajo la dirección musical del prestigioso jazzista, mi querido y gran artista Paquito D’Rivera. Y en 2004 DD&Company Producciones recibió una nominación al Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum Tropical Tradicional por el disco ‘Las Hermanas Márquez’. Así que ahora estoy pensando en producir otro (risas).

-Pero estamos aquí, Dania, fundamentalmente para hablar de Womad. Las siglas Womad significan Mundo de las Músicas, las Artes y la Danza, y dan nombre al internacionalmente establecido Festival Womad que une a artistas de todo el planeta bajo un mismo paraguas. Aparte de presentar y celebrar el amplio abanico de disciplinas artísticas que el globo terráqueo tiene que ofrecer, su objetivo principal es el de promover la interculturalidad y la tolerancia. ¿Cómo se vinculó usted a este festival?

-Fue en el 92. De hecho me vinculé en esta ciudad porque yo vine a Cáceres a ver Womad. No había podido ir al de Reading, en Reino Unido, en los años anteriores cuando se creó en el 81, y posteriormente había sido invitada y no había podido acudir tampoco, así que yo descubro Womad aquí, en Cáceres. En el 93 hicimos el festival en Las Palmas y en el año 99 fui nombrada directora para España y Portugal y con vinculación con otros países que en aquel momento acogieron el festival, como Praga.

-¿Podría definir Womad?

-Womad es un festival que va mucho más allá de una sucesión de conciertos, es la exposición de culturas de distintos países. Por eso es un concepto diferente, porque cuando hacemos el trabajo bien hecho es cuando tenemos, como en este caso, 30 artistas, que la mayoría vienes aquí a descubrirlos. Y a mí es lo que me interesa realmente del proyecto, que cada uno de los artistas que se sube al escenario de Womad tiene mucho que decir, tiene mucho que aportar. En ese momento para la mayoría del público no es conocido, pero luego sucede la magia. Y ese es un atractivo fundamental en lo artístico. Me parece que Womad sigue con la vitalidad y actualización de su concepto como festival porque estamos en esa búsqueda. Entendiendo que desde lo cultural tú puedes llegar a ser solidario, puedes transmitir sensibilidad y levantar esas sensibilidades para estar alerta a todo lo que nos rodea. Me parece que la música y la cultura, en definitiva muestra esa parte. Parece que vas a un concierto, a un rato de ocio, pero va mucho más allá. Son sentimientos que al ser humano nos provocan cosas.

-Vivimos precisamente en mitad de un mundo estremecido: corrupción, ataques terroristas, refugiados, crisis de valores, el avance de la extrema derecha, está en peligro el concepto de Europa... ¿Qué tiene que decir Womad frente a esta amenaza, porque hablaba usted antes de esa gran fiesta que supuso para todos nosotros la llegada de la democracia y fíjese que ahora parece que todo eso que nos ha costado tanto construir se derrumba?

-Hay que estar muy alerta a todo esto. Me parece que el individuo tiene que estar protegido frente a toda esa intoxicación social que vivimos y que usted acaba de describir. Me pregunta qué aporta Womad. Creo que la presencia de Womad tiene, quizá ahora más que nunca, mucha importancia en cuanto a los valores que hemos defendido durante más de 30 años. Es el camino que se inicia bajo la idea de un músico como Peter Gabriel, que decide montar este festival para hacer un acercamiento de tanta riqueza como había percibido en su viaje a África, y fue una decisión que tomó en su vuelta en tren a Inglaterra. Y es algo que todos los que compartimos Womad defendemos. Si me permite, solo por el hecho de que tengamos un acercamiento aquí en esta entrevista, usted es parte de esta familia ya, pero no como tópico sino como concepto. Me parece que si Womad continúa es porque estamos en ese compromiso. Pero desde un optimismo, porque creo que no podemos perder el optimismo socialmente. Y justo por lo que usted decía, porque es un panorama estremecedor, como poco. Así que sin ir ni a un ápice de frivolidad, puedo decir que cuando veo las miles de personas que están delante de un escenario, viviendo, vibrando, desde los más pequeñitos a los mayores de lo que está sucediendo ahí, tú estás tomando un compromiso con esos ciudadanos. Por eso digo que Womad no es una sucesión de conciertos. Mucha gente puede pensar: «hay miles de festivales». Sí, sí, sí, absolutamente, pero Womad ha marcado una línea, y aún siendo criticados hemos mantenido esa línea en la que creemos. Porque estamos bastante más pendientes del público de lo que la gente cree. Y eso para mí es la máxima de mis responsabilidades. Por otro lado, hay un punto también que me gustaría comentar: se puede llegar incluso a pensar que Womad tiene una unión buena con una ciudad y ya está, y empieza la comodidad. En absoluto. Nosotros hemos sido un festival comprometido. Durante la guerra de Chechenia lanzamos desde la organización un comunicado en nuestra web anunciando que nos retirábamos de Rusia por esa invasión. Nosotros nos hemos retirado de Fuerteventura y hemos anunciado, con todo respeto, que ante el silencio de las instituciones de la isla nos retiramos porque sentíamos que los responsables no tenían respeto a esas más de 40.000 personas que iban a cada una de las tres ediciones y a nuestra propia organización. Por lo tanto, esa libertad que te deja el no ser mercantilizado es muy valiosa. Nosotros estamos porque la ciudadanía lo quiere así, pero si siendo un festival gratis las instituciones no lo ven, me parece absolutamente respetable.

-Cáceres es la única sede del festival en España. ¿A qué se debe?

-Aquí se dan unas circunstancias maravillosas. Y a mí tampoco me importa que uno lo describa como agradecimiento. Yo creo que esta ciudad lo batalló y lo peleó con antiguas instituciones cuando la ciudadanía vio que el festival peligraba. Para mí Cáceres es un ejemplo que siempre pongo. Venía el domingo para acá y pensaba en la evolución. Fíjese que antes para venir a Cáceres tenías que pasar por Trujillo y hacer un montón de paradas, y ahora es como incorporado. Y eso te da qué pensar. Llevo 17 años dirigiendo el festival en Cáceres y en estos 17 años he visto una evolución fantástica, pero es que además lo más atractivo es que gran parte de los músicos que van a estar en el escenario de la plaza de Santa María han ido a ver el festival a hombros de sus padres. O sea, que tienes tres décadas viviendo Womad.

-¿Y para terminar esta entrevista, quién le tiene que agradecer más a su juicio, Cáceres a Womad o Womad a Cáceres?

-Creo que ahí han hecho una bonita pareja porque Womad ha aportado una apertura en la sociedad de Cáceres en cuanto a asimilar otras culturas, y Cáceres le ha aportado a Womad el interés de los ciudadanos de Extremadura, de Cáceres y de los que nos visitan. Y además una mirada siempre al mundo del respeto que esta ciudad tiene por otras culturas. A mí me parece magnífico, porque está implicada toda la sociedad. Es curioso porque cualquier ciudadano, da igual el estatus social que tenga, te habla del festival como una cosa suya y como una cosa integrada. Yo, con todo mi respeto, porque lo tengo, procuro llegar antes de que sea la subida de la Virgen de la Montaña, y pienso que Womad es como la subida de la Virgen de la Montaña. Los artistas, en otras sedes de nuestro festival, como sepan que eres de España nos preguntan: «¿Cuándo me llevas a Cáceres a tocar?». Y ese es el mejor sello que te puede dar alguien. Me siento abrumada y me emociono cada vez que lo cuento, porque es magnífico. La propia ciudad de Cáceres es, sin duda, la mejor embajadora que tiene Womad.